Primer muerto fuera de África

Los restos del padre Pajares, fallecido por ébola, ya descansan con la Orden de San Juan de Dios

  • El funeral ha tenido lugar en el Hospital de San Rafael, en Madrid, donde amigos, hermanos y políticos se han acercado para despedir y honrar al misionero.

rtvcyl.es

Los restos del misionero Miguel Pajares descansan ya en el panteón que la Orden de San Juan de Dios tiene en el Cementerio de San Isidro de Madrid. En la mañana de este miércoles, en el Hospital de San Rafael, también de la orden, se celebraba el funeral del sacerdote.

Antes de dar las once de la mañana, los restos del Padre Pajares llegaban al Hospital del San Rafael. Allí le esperaban familiares y hermanos para despedirle, pero sobre todo, para recordar su vida.

El hermano de la orden hospitalaria de San Juan de Dios, Adriano Yuguero, ha querido recordar los tiempos en que estudiaron juntos en Salamanca, "siempre fue un hombre muy vital". También ha aprovechado para recordar su labor uno de los beneficiarios de la orden, quién ha dicho que el padre Pajares "Dedicó toda su vida, no solo al exterior, sino también aquí en Esapaña, dónde nos venía a ver a la gente sin techo."

El Padre Ángel, fundador de Mensajeros por la Paz, ha agradecido el reconocimiento al mérito del misionero y ha asegurado que "toda su vida ha merecido la pena y tambíen todo el homenaje que se está haciendo a un hombre que dió la vida por los demás." Y es que, como ha racalcado la Hermana Covadonga, una esclava del Sagrado Corazón, "los misionero no nos vamos para hacer turismo".

La ministra de Sanidad, Ana Mato, hacía aquí su primera aparición desde que saltó la alarma, para apoyar a la familia y a la orden. Una ausencia, que ha sido muy criticada: "Lo importante no es el protagonismo de un ministro; lo importante es la gestión en sí y yo creo que se ha demostrado que tenemos un sistema de alertas que funciona estupendamente."

Pero junto a las autoridades políticas, también estaban las eclesiásticas. El secretario general de la Conferencia Episcopal, José María Gil Tamayo, ha asegurado que "este es el momento culminante de una entrega dolorosa y que tiene un día a día de sacrificio."

En la memoria de los asistentes, Papi, como cariñosamente le llamaban sus hermanos. Pero también el resto de compañeros fallecidos y los enfermos de Liberia a quienes la orden sigue ayudando y por los que murió el padre Miguel.