Manuel llevaba 30 años trabajando en África, 12 como director médico de la Orden San Juan de Dios en Lunsar, Sierra Leona, era especialista en enfermedades tropicales y, al final de su vida un virus le ha ganado la batalla. El ébola ha sido más veloz que la medicina.
Ni suero experimental ni terapias alternativas. El equipo médico de voluntarios que lo ha atendido en sus casi cuatro días de ingreso hospitalario le ha dado un tratamiento "de soporte": sólo para aliviar sus síntomas.
Había llegado en la madrugada del lunes deshidratado y con el hígado y el riñón afectados. Él quiso ser repatriado y un avión de las fuerzas armadas lo trasladó desde Sierra Leona hasta Madrid, siguiendo el exigente protocolo para los casos de ébola que ya ha tenido que ser activado dos veces. El pasado 7 de agosto llegaba del mismo modo Mugel Pajares, compañero de orden de García Viejo, para morir como él, pocos días después de haber sido ingresado en el hospital Carlos III.