El Obispo de León, Julián López, aseguró en un comunicado de prensa que la "renuncia" del Papa Benedicto XVI fue para él una "sorpresa". Sin embargo, destacó que acoge su decisión con "amor y obediencia" e incluso con "ternura".
López subrayó que la renuncia es un hecho que se recoge el ordenamiento canónico de la Iglesia (canon 332, 2), pero que solamente se había producido hasta ahora en tres ocasiones por los Papas Benedicto IX (1032), San Celestino V (1294) y Gregorio XII (1515). Aunque del beato Juan Pablo II indicó que "se dice que lo pensó también".
Personalmente, López afirmó que esta noticia le recordó "el momento en que el siervo de Dios, Pablo VI, durante el Concilio Vaticano II, renunció al uso de la tiara como signo de sencillez evangélica, depositándola sobre el altar de la basílica de San Pedro". Este gesto, según dijo, es similar al que ha realizado Benedicto XVI, quien indicó que "desde el momento de su elección, se presentó como un humilde obrero de la viña del Señor".
El Obispo de León subrayó que "merece la pena" considerar las propias palabras del Papa cuando afirmó que "después de haber examinado ante Dios reiteradamente mi conciencia, he llegado a la certeza de que, por la edad avanzada, ya no tengo fuerzas para ejercer adecuadamente el ministerio petrino. Soy muy consciente de que este ministerio, por su naturaleza espiritual, debe ser llevado a cabo no únicamente con obras y palabras, sino también y en no menor grado sufriendo y rezando".
Del mismo modo, invitó a todos a albergar "sentimientos de profunda gratitud hacia el Señor por el ministerio del Papa Benedicto XVI, riquísimo en doctrina, valiente en decisiones y fecundo como sólo Dios sabe y la historia reconocerá". Además, pidió para el todavía Sumo Pontífice la "paz y tranquilidad a la que tiene derecho".
El 25 de febrero, fiesta de la cátedra de San Pedro, León celebrará una misa de acción de gracias "al Señor por el ministerio de Benedicto XVI y pidiendo por su amada persona". Todavía no se ha fijado la hora.