El garaje es una de las zonas más peligrosas en caso de incendio por la presencia de vehículos y, en algunos casos, donde se encuentran los depósitos de combustible o calderas de los edificios. En esta zona debe haber extintores, pero también deben estar en, al menos, cada planta del edificio. Es importante que estén en buen estado, cargados y listos para usar. Su mantenimiento debe realizarse, al menos, una vez al año, incluso si no han sido usados.

Las mangueras contra incendios son utilizadas por los bomberos. Se conocen también como mangueras secas, ya que no están conectadas a una toma de agua, sino que son los propios bomberos los que la conectan a su propia bomba. 

El edificio debe constan con una instalación de detección y alarma. El detector de monóxido de carbono hará saltar las alarmas en cuanto detecte una cantidad de humo que supere los niveles establecidos. A su vez, se dará aviso a la centralita que actuará rápidamente. 

Las puertas cortafuegos son uno de los factores más importantes de la protección pasiva. Estos elementos se fabrican de metal para que cuenten con la mayor resistencia y solidez. Se encargan de hacer de barrera entre diferentes sectores de incendio del edificio.

Los rociadores automáticos son elementos que ayudan a extinguir el fuego, y consisten en una red de tuberías con carga permanente de agua que culminan en un grifo que se activa cuando detecta una determinada temperatura preestablecida por el instalador.

También se recomienda hacer un simulacro de emergencia con los vecinos del edificio para que, en caso de incendio, saber actuar rápidamente. En caso de dudas, es importante consultar con un administrador de fincas colegiado que asesore sobre las inspecciones y normativas de seguridad.