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El Museo del Prado, tiene también su oficina de copias. No pretende en ningún caso sustituir a las originales sino ser taller de ensayo de alumnos y aficionados al arte, por ella pasaron Sorolla o Picasso. Solo la Guerra Civil y el coronavirus han conseguido paralizarla.
El Prado exige un cierto nivel para ser copista: formación, currículum y carta de recomendación. Todas las copias quedan registradas: "Las medidas no son las originales, una copia no puede ni pretende sustituir al original", destaca su director Bernardo Pajares.
Conocemos a Leónides, profesor de latín burgalés y residente en Madrid que lleva 15 años copiando obras en el Museo. "Para perfeccionar lo que yo pudiera saber de pintura y recrear grandes obras de la historia del arte", nos explica. El coronavirus interrumpió su copia de 'El Quitasol' de Goya. Actualmente, guarda unas 15 copias de obras maestras realizadas por él en su casa.
Los copistas también suelen reproducir el proceso del maestro al que imitan y según Leónides, eso depende de la labor de documentación previa que cada uno hace. Trabajan de cara al público y sin entorpecer la visión del cuadro.