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Carolina de Mónaco: Vida, amor y drama

Ángeles Villacastín nos habla esta semana de la princesa de Mónaco y princesa consorte de Hannover

Castilla y León Televisión

Hoy en Grandes historias de amor hablamos de una princesa con una biografía de película, Carolina de Mónaco. Recalamos en el Principado de Mónaco, año 1957, la exactriz Grace Kelly y su marido Rainiero viven felices y dan la bienvenida al primero de sus tres hijos en el Palacio Grimaldi. Esa niña es Carolina de Mónaco. Ya conocen a sus padres: una estrella de Hollywood y el joven heredero a una casa regia europea que buscaba esposa y, de paso, princesa. La familia pronto se amplió con la llegada de Estefanía y Alberto, que heredaría el trono a la muerte de su padre.

Carolina creció en la abundancia del principado y se convirtió en una joven inconformista que vio en sus primeras nupcias la evasión perfecta para huir del poderío paterno. Eso sí, el cónyuge en cuestión no gustó nada a su familia. Lo que querían era un digno heredero y no un vividor. Philippe Junot era "el emperador de la noche". Juntos disfrutaron de opulentas fiestas, yates, joyas, riqueza y derroche, pero 730 días después del sí quiero, se dijeron adiós.

El drama familiar llegó en 1982, cuando falleció la princesa que un día fue una gran estrella de cine. Grace de Mónaco sufrió un accidente junto a su hija Estefanía y murió a causa de las consecuencias del mismo. Carolina apenas tenía 25 años y, a pesar del luto, pronto volvía a enamorarse. Se casaba embarazada y locamente prendada de su gran compañero de vida, Stéfano Casiraghi. Tuvieron tres hijos juntos y siete años de felicidad conyugal inconmensurable. Como Carolina ya se había casado previamente por la Iglesia no se le concedió la nulidad para la segunda boda y el matrimonio tuvo que ser civil. Por esta razón, los niños se consideraban ilegítimos a ojos eclesiásticos. Hasta que el papa Juan Pablo II no les reconoció mediante un decreto, los tres infantes no fueron considerados en la lista de sucesión al trono monegasco. La familia feliz se fue al traste cuando Stéfano murió en un accidente náutico. Desde ese día los ojos de Carolina no brillaron nunca más.

Con el tiempo confió en una tercera ocasión en el matrimonio y embarazada por cuarta vez dijo sí quiero el día que cumplía 42 años a un verdadero príncipe, Ernesto de Hannover, el marido de sangre azul que les hubiese gustado a sus padres 20 años atrás. La fama de Ernesto dejó imágenes para la historia, como la llegada de una solitaria Carolina a la boda de nuestros reyes. A él se le había complicado un poco la fiesta del día anterior. Los problemas, con el tiempo, les hicieron acabar en separación, pero no en divorcio. Ella sigue siendo princesa de Hannover. Llegó a un acuerdo con su ex y con los hijos de este para preservar el patrimonio familiar.

En la actualidad, Carolina vive apartada de los medios y dejando el Principado de Mónaco y sus problemas en manos de su hermano Alberto.