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Grandes historias de amor: Rocío Jurado

Ángeles Villacastín hace un recorrido por la vida amorosa de la artista

Castilla y León Televisión

Nació con apellido Mohedano, pero todo el mundo sabe que María del Rocío Trinidad será Jurado hasta la eternidad. Era una piedra dura de Chipiona. Su arte destacaba desde la cuna y se emperró en participar en un concurso de Radio Nacional en Sevilla a pesar de las reticencias paternas. Con 40 duros de premio le compró zapatos a sus hermanos y los primeros de tacón para ella. Después hizo huelga de hambre hasta que su familia le permitió viajar a Madrid a probar suerte en la copla. Lo consiguió. Pasó de ganar 300 pesetas al mes a ser una artista internacional.

Su primer amor conocido fue Enrique García Vernetta. Ella le pidió matrimonio hasta tres veces, pero él no consintió. Poco después de la ruptura se casó con Pedro Carrasco, campeón mundial de boxeo de peso ligero. Se unieron en Chipiona con 500 invitados, pero hubo 1.000 invitaciones, fotocopiadas. Después nacía Rocío Carrasco Mohedano, la única hija en común que tuvo el matrimonio. Pronto empezaron los problemas y la relación terminó. En el 88 ratificaron la separación, pero quienes les conocieron dicen que nunca dejaron de quererse.

Esta no sería su última relación. De pronto llegó un torero, su gran amor, José Ortega Cano. Juntos adoptaron a los pequeños de la casa: José Fernando y Gloria Camila. Fueron una particular familia feliz, aunque recientemente su hija mayor ha dejado caer que no era todo tan bonito.

Más allá de sus amores, Rocío Jurado era una artista mundial que batía sus propios récords: 150 discos de oro, 63 de platino y 30 millones de discos vendidos. Además se convirtió en todo un icono, con miles de frases para la posteridad. Pero en 2004 tanto su vida como su carrera profesional sufrieron una parada en seco tras detectarle un cáncer de páncreas. Luchó hasta que no le quedaron fuerzas.