El hogar es el último eslabón de la cadena, pero el desperdicio alimentario comienza en el origen. En la transformación y comercialización se rechazan la mitad de los alimentos, que acaban en la basura. Algunos bolsillos igual se pueden permitir que un tercio de la comida acabe en la basura pero el planeta, no.

El profesor de Tecnología de los Alimentos de la UVa, Manuel Gómez Pallarés recuerda que producir esos alimentos que luego se tiran "gasta suelo, mano de obra, agua y energía", un montón de recursos que se están desperdiciando. 1.300 millones de toneladas de alimentos en el mundo se desperdician al año y cerca de la mitad, antes de llegar a los hogares. Gómez Pallarés pone como ejemplo las industrias de transformación donde las frutas feas se tiran. "Están bien. Se pueden comer pero el consumidor no las quiere". 

Para dar la vuelta a estas cifras, en los laboratorios investigan cómo poder conservar más tiempo los alimentos pero además los expertos reclaman un cambio en la normativa. "Muchas veces no podemos aprovechar productos porque la ley lo impide. Eso hay que replanteárselo", plantea Gómez Pallarés.

Algunos pequeños comercios han dado un paso adelante y venden más barato los productos que no tienen salida a través de una aplicación. Ya hay consumidores que han cambiado la mentalidad para aprovechar y no tirar.