Es frecuente escuchar quejas por los impuestos que debemos abonar, pero no es algo exclusivo de nuestros tiempos ni más liviano que en otras épocas. Hace cinco siglos no se pagaban los mismos impuestos en todo el territorio de lo que hoy es España. Había una mayor carga impositiva en el Reino de Castilla y, en él, el esfuerzo tributario tampoco era igual: “Aquí quien está pagando impuestos es realmente el pueblo y la burguesía emergente”, afirma Santiago López, profesor de Historia e Instituciones Económicas de la Universidad de Salamanca y secretario general de la Asociación Española de Historia Económica.
El pueblo tenía que afrontar el pago de tributos a la Corona, a la Iglesia y a los nobles o señores feudales, "es como llamamos ahora una doble imposición, tú podías tener una triple o cuádruple imposición", señala López, quien añade que la presión fiscal era especialmente fuerte para los siervos de los grandes señores: "Van a tener que estar pagando por utilizar los molinos, por hacer comercio en la propia zona, los pobres van a tener que cubrir los impuestos de los señores por cualquier actividad".
Nobleza y claro apenas pagaban impuestos directos. Sí les afectaban tributos reales indirectos como la alcalaba, que era el 10% de las transacciones, o los millones y cientos, que eran una especie de IVA que impuso Felipe II sobre los alimentos para sufragar la Armada Invencible. Durante los siglos XVI y XVII, los Austrias fueron centralizando paulatinamente la Hacienda en la Corona, en un proceso que se afianzó con el Estado moderno en el siglo XVIII.
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