El jabalí ya no es solo un habitante del monte: aparece donde quiere y cuando quiere. En plena amenaza de peste porcina africana, la alerta obliga a moverse rápido y a reforzar todas las medidas de prevención.
“Estamos intensificando las medidas de prevención, seguimiento y control”, explicó Juan Carlos Suárez-Quiñones, consejero de Medio Ambiente, Vivienda y Ordenación del Territorio.
Además de aumentar la presión cinegética, el reto no es únicamente abatir al animal, sino gestionar correctamente lo que ocurre después. “Si se han cazado 20 animales en una cacería, la Junta manda a unos veterinarios que los muestrean”, señaló Abel Ampudia, cazador. El procedimiento es sencillo en cacerías colectivas, pero se complica en las esperas, donde suelen abatirse solo una o dos piezas.
“Cuando cazamos un animal, ¿qué hacemos con él? ¿Le tenemos que llevar, le tenemos que dejar en el campo o no? Dejarlo en el campo está prohibido. Llevárnoslo, hasta ahora, no estaba prohibido, pero ahora debemos saber cómo actuar”, añadió Ampudia.
La Junta asegura que el manual de actuación está preparado y recuerda que no se debe manipular nunca un animal muerto sin avisar. “Si alguien encuentra un jabalí muerto, no debe tocarlo: avisar al 112 y se activa el protocolo”, insistió Suárez-Quiñones.
Mientras se refuerzan los controles en las zonas con mayor presencia de jabalí, el sector agrario observa con preocupación una situación que lleva años denunciando. “La población de jabalíes se ha multiplicado por cuatro en los últimos 20 años. Exportamos el 40%. Si se cortan las exportaciones de porcino, se cae el sector”, advirtió Jesús Manuel González Palacín, coordinador de UCCL.
Un escenario que obliga a anticiparse y actuar antes de que la enfermedad llegue primero.