'Morning Glory' es una típica comedia americana en la que el principal presupuesto cubre sueldos de actores. Reconozco que es un lujo reunir a Diane Keaton con un Harrison Ford talludito, Rachel McAdams y Jeff Goldblum entre los más notables. Supongo que tendrían un hueco en sus agendas y ganitas de cobrar un cheque.

El problema es que he tenido la fortuna de ver comedias americanas con las que propiamente despegas de tu asiento y hasta lloras de tanto reírte. Por respeto al paciente lector sólo citaré a Blake Edwards. Con 'The Party' ('El Guateque') me sigo mondando desde 1968. ¡Puso el tope tan alto...!

El elenco en 'Morning Glory' es digno sin exclusiones. Pero resulta algo cruel poner a la bella canadiense Rachel McAdams, coherente y cumplidora en su trabajo, frente a la inconmensurable Diane Keaton, extraordinaria como de costumbre, luminosa y divertida. Harrison Ford, aunque se esfuerza, no da la talla cuando se trata de divertirnos frente a Tony Curtis, Peter Sellers ni, más cerca de nosotros, Jack Nicholson o Bill Murray. Le perdonaremos su osadía porque se puso calcetines a rayas igualitos a los míos.

'Morning Glory' está destinada sobre todo al público femenino. Nada nuevo bajo el sol. Visto el precio de la butaca en un cine, esperaría unos meses hasta que apareciera en la tele. Y mientras nuestras esposas o amigas se deleitan con el género 'ligero', del que esta cinta rebosa, los varones nos pondremos un partido con una cervecita fresca. ¡Que 'haiga' paz en las parejas!

El estilo es moderno, alegre, y me entretuvo incluso. La realización de Roger Michell es impecable, teniendo en cuenta el 'presupuesto' del que no dispuso. Como varón, lamenté el recato excesivo en la única escenita tierna. Rachel McAdams estaba preciosa cuando apareció en braguitas (decentísimas) y de espaldas, lo que me supo a poco. El galán ni se desviste...

Los diálogos son mordaces, sirviendo como mejor pueden a un libreto con un tema ya muy visto. Busqué la imaginación sin encontrarla: la crueldad del universo televisivo con la pugna por la audiencia, el aparente choque entre dos presentadores dispares, o el desmesurado ego de un 'has been' encantado de cobrar su sueldo, ciego de whisky en lugar de ir a la brega. También nos fue servida la consabida confrontación entre generaciones, con una productora dinámica, atractiva y joven, al cargo de un equipo de experiencia indiscutible.

La redención final es moralista. Los compañeros acabarán formando una 'Gran Familia' (me recuerda a algo este asunto, con mi abuelo de por medio…). Hay alegría, una pareja fotogénica entre actores atractivos, besitos (también muy recatados, que no se desmadre nadie…), y Harrison Ford cocinando como cualquier Maruja.

¡Decidido! En mi próxima entrega os hablaré de una película más nuestra, que en España también se rueda. Y seguramente mejor que algunas comedias norteamericanas con un márketing de ensueño.