Marcos Ana (Ventosa del Río Almar, Salamanca, 1920). Su nombre real es Fernando Macarro Castillo, pero cuando empezó a escribir poesía formó su pseudónimo juntando el nombre de sus padres. Su intensa biografía le ha hecho convertirse en uno de los símbolos de la lucha contra la dictadura franquista.
Marcos Ana nace en el seno de una familia de jornaleros muy humilde y profundamente católica. En 1929, con ocho años, se traslada junto a sus padres a Alcalá de Henares. Con quince se afilia a las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU) y abandona progresivamente la religión. En julio de 1936, marcha al frente, pero le devuelven a casa por ser menor de edad.
Durante la Guerra Civil ingresa en el Partido Comunista de España (PCE) y llega a ser Comisario Político. Al acabar la guerra, fue encarcelado y torturado. Se le condenó a muerte en dos ocasiones, aunque la pena capital le fue conmutada por la cadena perpetua (y después por dos condenas de treinta años cada una).
En la cárcel coincidió con Buero Vallejo y Miguel Hernández y mantuvo una intensa relación epistolar con Rafael Alberti y María Teresa León, exiliados en Buenos Aires.
Su afición a la lectura se inició con obras de clásicos españoles que circulaban por el penal: Quevedo, Lope de Vega o Calderón. Pudo tener acceso a El Quijote a pesar de no estar permitida su lectura y, más tarde, a las obras prohibidas de Rafael Alberti, Miguel Hernández o Federico García Lorca, gracias a una red de libros clandestinos que se estableció en la prisión (enmascarados tras las tapas de los libros religiosos de la biblioteca penitenciaria). “La cárcel fue mi universidad”, ha manifestado.
Su voz poética surge en 1954 durante los nueve meses que permanece incomunicado en una celda de castigo del penal de Burgos. Fruto de ese momento, surgió una “poesía urgente” como la denominó Alberti, una poesía política, de grito y de denuncia. Sus poemas traspasaron los muros de la prisión; algunos de sus compañeros presos los memorizaban para poder dictarlos a su salida de la cárcel, y después eran publicados por los comités de solidaridad en el exilio.
Estuvo 23 años en prisión: desde los 18 a los 41. Fue la persona que más tiempo pasó en las cárceles franquistas. Le indultaron en 1961 tras una campaña internacional a favor de su libertad y contra la dictadura franquista. La noticia de su liberación apareció en la prensa de todo el mundo. A Marcos Ana no le fue nada fácil adaptarse a la vida lejos de la cárcel (“Fue como si me hubieran abandonado en un planeta extraño”).
Marchó a Francia donde fundó el Centro de Información y Solidaridad con España, cuyo presidente de honor fue Pablo Picasso, y se dedicó a viajar por todo el mundo convertido en un símbolo. Muerto Franco, Marcos Ana encabezó las elecciones del 77 en la lista del PCE al Congreso de los Diputados por Burgos, aunque no resultó elegido.
Los intensos versos que escribió en los años de prisión se fueron publicando en numerosos países y su poesía se convirtió en el grito de libertad de los presos políticos. La poesía de Marcos Ana es una poesía comprometida, doliente, un clamor contra la opresión y el totalitarismo: “Mi vida os la puedo contar en dos palabras: / Un patio / y un trocito de cielo donde a veces pasan / una nube perdida y algún pájaro / huyendo de sus alas”.
En 1977, la editorial Akal publica una recopilación de sus poemas bajo el título de Las soledades del muro. En 2007, publicó sus memorias bajo el título Decidme cómo es un árbol. Memoria de la prisión y la vida. El director de cine, Pedro Almodóvar, ha adquirido los derechos de esta autobiografía para realizar una película basada en las memorias del autor.
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POESÍA
Las soledades del muro (1977). Akal
NARRATIVA
Decidme cómo es un árbol. Memoria de la prisión y la vida (autobiografía) (2007). Umbriel
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