FÚTBOL | LIGA 1|2|3

El Pucela se queda a un mundo del ascenso directo

El Real Valladolid pierde en Girona y termina la jornada a un 11 puntos de la segunda plaza (2-1)

Jose intenta un centro ante la oposición de Juanpe. - La Liga
Fran Asensio

El Pucela perdió por 2-1 ante el Girona F.C., con dos consecuencias inmediatas. Cae en la clasificación al octavo puesto, fuera del playoff, y dice virtualmente adiós al ascenso directo, puesto que el equipo gerundense le aventaja ya en 11 puntos.

Un empate, que no estuvo tan lejos para el Pucela en Girona, le habría dejado dentro del playoff y una victoria, que nunca estuvo a su alcance en Montilivi, le habría abierto el sueño del ascenso directo de par en par.

Expuestas las consecuencias de lo sucedido, la crónica del encuentro debe reflejar diferentes fases. Hasta mediada la segunda mitad, el Girona tuvo el partido bajo control. El equipo local empezó fuerte y sus llegadas por las bandas dieron muchos quebraderos de cabeza a la zaga. La presión local funcionaba y sus robos eran constantes, con lo que la sensación de dominio se acrecentó hasta el gol de Coris en el minuto 25, que fue todo un golazo, al clavar un zurdazo desde el pico del área al palo contrario, en un golpeo con efecto imposible para Pau Torres.

Después del primero gol, el Girona siguió con el partido bajo control, pero de otra forma. Se hizo fuerte en su campo y no le importó que el Real Valladolid tuviera el balón porque no era capaz de llevarlo hasta el área contraria. En cualquier caso, dio la sensación de que si el Girona hubiera seguido imprimiendo el mismo ritmo habría hecho mucho daño al Pucela, pero la realidad es que no lo hizo y el Real Valladolid pudo y, por ocasiones, debió aprovecharlo.

En ese dejar hacer con el que jugó el Girona cabía una buena jugada vallisoletana o su propio fallo individual. Y éste llegó nada más comenzar la segunda parte. Mata aprovechó un control torpe de Alcalá en el área, robó el balón, pero su disparo cruzado, en una posición muy clara, fue atajado por René. El Real Valladolid había tenido la gran ocasión del partido, pero se había ido al limbo.

Pero mediada la segunda mitad, con la entrada de Ángel, Sergio Marcos por Álex López y Sergio Marcos, respectivamente, primero, y de Raúl de Tomás por Mata, después, el partido dio un giro absoluto. Entonces sí, el Real Valladolid pasó a dominar el partido completamente. Apareció la buena salida del balón, los desmarques, los buenos controles, los buenos pases, la verticalidad, la velocidad, la entrada por las bandas, los espacios por el centro… Y el Real Valladolid pasó a dar la sensación de que iba marcar o, al menos, iba a fabricar la ocasión para hacerlo.

Y volvió a llegar su oportunidad: nada más salir al campo, Raúl de Tomás tuvo en sus botas el empate. Jordán le puso un balón para fusilar a René en el área pequeña, pero el madrileño se trastabilló en el remate y falló un gol cantado.

El Real Valladolid lo siguió intentando con un buen fútbol hasta que encajó el segundo gol, en una acción desafortunada: Guitián cedió un balón a Pau Torres, que, cuando iba a despejar de primeras, sin controlar el balón primero, éste le botó como un conejo sobre el irregular césped de Montilivi y el arquero, sorprendido, sólo pudo ver como el esférico saltarín sobrepasaba su bota y se iba a las mallas sin remisión.

Con el 2-0, el partido se frenó. La reacción ante un gol que el Girona se había encontrado como el conejo que sale de una chistera cuando dentro había una paloma, fue muy complicada. El partido parecía zanjado, pero el Pucela todavía le dio cinco minutos de vida con el 2-1 que anotó Raúl de Tomás. El delantero bajó con clase un sensacional pase en profundidad de Míchel, superó a los centrales por  velocidad y batió a René con un disparo raso.