En las fincas del Valle del Tiétar se oye estos días el golpeo de las varas entre las ramas paras varear los olivos y conseguir que las aceitunas, caigan como lluvia al suelo para ser después recogidas. Recogida, que debido a la orografía del terreno, se realiza a mano.
Una vez la oliva ya está en los sacos o cestas se pasa por este pájaro” una criba que evita que en los sacos que se transportan al molino caigan hojas o piedras que estropeen la calidad del aceite
Tras esto, las aceitunas llegan a la almazara donde se almacenan en amplías tolvas de allí a las molturadoras para concluir en la centrifugadora dando como resultado final este aceite, de color dorado, fuerte aroma y con un sabor dulce e intenso.