UNIVERSIDAD

Las universidades de Castilla y León, protagonistas en Guadalajara

  • Los rectores de Burgos, León y Valladolid aseguran que las instituciones académicas deben "permanecer atentas a los cambios sociales y la evolución de las formas de relación de los individuos".

César Combarros / ICAL

El rector de la Universidad de Burgos, Alfonso Murillo, y sus homólogos de las universidades de León y Valladolid, José Ángel Hermida y Marcos Sacristán coincidieron este lunes en apuntar que los tres pilares básicos de las universidades han sido y siguen siendo la docencia, investigación y transferencia del conocimiento, y que estas instituciones académicas deben "permanecer atentas a los cambios sociales y la evolución de las formas de relación de los individuos".

Así lo apuntaron en la inauguración del XIV Encuentro Internacional de Investigación Educativa, que se desarrollará este lunes y mañana en el seno de la XXIV Feria Internacional del Libro de Guadalajara, un certamen que ha despertado la admiración de los tres rectores castellanos y leoneses, según confesaron en el inicio de su intervención. Centrado en las necesidades educativas emergentes, el encuentro de rectores contó también con la participación del presidente del Consejo Mexicano de Investigación Educativa, Hugo Casanova; el rector de la Universidad Autónoma de Sinaloa, Víctor Antonio Corrales; el vicerrector ejecutivo de la Universidad de Guadalajara, Miguel Ángel Navarro, que ejerció como anfitrión; y el rector del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades, Pablo Arredondo, que hizo las funciones de moderador en el encuentro inaugural, celebrado bajo el lema 'Respuestas de la universidad a las nuevas necesidades de la sociedad'.

"La ciencia, tecnología e innovación en conocimiento son elementos básicos en políticas públicas para combatir pobreza y desempleo. La inversión es imprescindible y debes ser parte fundamental de las políticas públicas para conseguir unan sociedad equitativa y cohesionada. Sin embargo, en México, cada año observamos los presupuestos del Gobierno con la esperanza de que se asigne a ciencia e investigación por lo menos el 1 por ciento de las inversiones brutas, pero todo queda siempre en un simple anhelo, de manera frustrante. Pese a ello, a pesar de la corta y pobre visión de nuestros representantes la aportación de las universidades sigue reportando buenos dividendos para la vida nacional", expuso Miguel Ángel Navarro.

La mesa, donde se plantearon las convergencias, coincidencias y también diferencias entre las universidades de ambos lados del Atlántico, contó a continuación con la exposición de Sacristán, quien admitió la "sana envidia" que siente al contemplar "el desarrollo que tienen en algunos centros universitarios mexicanos" que ha podido conocer en los últimos días, donde cobran vida "ideas y prácticas que ahora son un gran desafío para la universidad española, especialmente por las exigencias de la adaptación al Proceso de Bolonia en el cual están involucradas las instituciones académicas europeas para conseguir una mejor resolución de los problemas de la sociedad".

En un repaso somero de la evolución del papel de la Universidad de Valladolid en sus 800 años de historia, Sacristán aseguró que "en su trayectoria ha cubierto diferentes funciones, en la Edad Media como recopiladora de saberes para ordenarlos y elaborarlos; más adelante centrada en la elaboración del pensamiento, en un contexto de humanismo, donde se inicia una relación más fluida entre universidad y sociedad, y ambas se retroalimentan e intentan abrirse hacia el futuro. Hasta llegar a un momento en que la apuesta pasa por la investigación.

"La gran novedad de los últimos tiempos es que tras la crisis del Estado, nos enfrentamos con el auge de una sociedad civil inspirada en la economía de mercado, y con un nuevo protagonista con el que habrá que entablar diálogo: la empresa. En un contexto de crisis más general, en el cual ni el Estado ni la empresa valoran especialmente a la universidad, sino que tienen una cierta conciencia crítica desvalorizadora de la misma, cabe preguntarse si tiene sentido hoy la universidad u otros entes desempeñan su función. En un acto de fe racional, debo afirmar que la universidad sigue teniendo sentido, en plena sociedad del conocimiento desarrolla la transmisión y transferencia del conocimiento para su aplicación tecnológica por parte de las empresas y una función sociocultural de potenciación de aquellos valores sociales que corrijan los desequilibrios que una economía basada en libre mercado no sea capaz de equilibrar". Para finalizar, repasó las herramientas de las que se vale la UVa para ello, como su fundación General, su parque científico o el Secretariado de Asuntos Sociales, entre otros.

Por su parte, Murillo abogó por la transparencia y apuntó que "la universidad del siglo XXI debe hacer frente a muchas situaciones con una respuesta rápida y satisfactoria". "La sociedad cada vez nos plantea más variados requerimientos, y la universidad debe colaborar con las necesidades de su entorno más inmediato, sin olvidar la internacionalización y la cooperación al desarrollo; debe definir un adecuado sistema de comunicación con la comunidad a la que sirve, debe abrir las puertas a la sociedad y escuchar lo que nos demanda. Esto exige una responsabilidad social, que deben llevar a cabo espacialmente los docentes, que son quienes deben liderar esos cambios. La universidad debe estar al servicio de los ciudadanos y caracterizarse por la búsqueda constante de respuestas", argumentó.

Según apuntó, "en las últimas décadas las universidades han experimentado la mayor transformación de toda su historia". "Han pasado de formar a grupos elitistas a convertirse en un lugar de formación de un grupo muy numerosos de población social. Ha llegado la población en masa", añadió. Entre las novedades, destacó que "se ha introducido el concepto de educación permanente, la formación necesaria de las personas mayores, la formación continua de profesionales, títulos a la carta, cambio en la demanda de contenidos y la necesaria formación integral de los alumnos".

En su opinión, "los antiguos planes de estudios ya no responden a las necesidades de la universidad, que debe cuestionarse cuatro asuntos desde el ámbito docente: la existencia de algunas carreras vigentes, facilitar el acceso al mercado laboral, la necesidad de que algunas carreras se especialicen y la posibilidad de implementar nuevas titulaciones. "La universidad tiene que ser flexible, para dar satisfacción a las necesidades de desarrollo que tenga en cada territorio. Eso llevará a romper con sistemas educativos tradicionales", remató.

El último en intervenir fue José Ángel Hermida, que parafraseó a Leonardo Da Vinci para subrayar que "la educación es la sangre de la sociedad". "Es el tema estratégico de mayor importancia, pues es la base para el crecimiento económico y el desarrollo humano, para una sociedad más abierta y justa", prosiguió.

En su exposición, defendió el "papel esencial" que juegan las universidades públicas y repasó las implicaciones del Proceso de Bolonia, puesto en marcha "para fomentar la movilidad de los estudiantes y la empleabilidad de los ciudadanos". "Su objetivo es establecer un sistema de titulaciones comprensible y comparable entre las distintas naciones, y fomentar la movilidad internacional de alumnos y profesores", remató.

Hermida aseguró que esos objetivos encajan a la perfección con las necesidades de la universidad y sociedad españolas, ya que, en su opinión, "tenemos un sistema educativo muy informativo pero poco formativo".

"En España se está perdiendo buena parte de la forma que teníamos de enseñar a beneficio de un modelo anglosajón que puede dar resultado pero las situaciones son diferentes. No se trata de forma profesionales para el mercado de trabajo, se trata de formar ciudadanos", concluyó.