En el Día de Todos los Santos es tradicional llevar flores a las tumbas de los muertos. La reina es la flor fresca pero poco a poco van cogiendo más protagonismo las flor seca o la preservada.
Como cada 1 de noviembre, los cementerios vuelven a llenarse flores. Pero, este año, no huelen igual… ni duran lo mismo. "se ha visto cambio hacia la flor seca o la flor preservada porque es económico, la duración es mucho mayor", señala Indira Núñez, de la floristería Con flores y a lo loco.
El clásico centro de crisantemos o lirios da paso a composiciones más silvestres, coloridas y, sobre todo, prácticas. "Se mantiene tal cual de colorido y demás, que no le da el sol y tal dura mucho tiempo, que le da un poco sol, se va degradando pero nunca tan rápidamente ni se pudre ni queda tan fea. Te sigue manteniendo la forma y el color".
Un centro de flor fresca ronda los 25 o 40 euros y dura poco más de una semana. Los preservados, en cambio, pueden superar los 70 y llegar hasta los 200 pero... “El desembolso al principio es mayor, pero a la larga es más barato porque duran mucho más”.
También cambian las formas: ramos más bajos, que no se los lleve el viento, y con un punto más personal, porque aquello de “cuanto más grande, más cariño”… va quedando atrás. "Cuanto mas grande era el centro, mas floreado era, mas querías al difunto, que en verdad no tiene luego nada que ver pero es a lo que se tenia la costumbre. Poco a poco han buscado cosas que sean practicas y económicas que den buen resultado".
Flores que no solo decoran una tumba, sino que también cuentan una historia.