En este vídeo les mostramos como era Cantalapiedra en el siglo XV, una villa medieval situada en el cruce de caminos entre Salamanca y Segovia, entre Ávila y Valladolid. Amurallada y fortificada, pertenecía al señorío del obispo de Salamanca. En tiempos de Sancho de Castilla alcanza su máximo esplendor y a ella llega un pintor peculiar, Nicolás Florentino, del que se sabe que después de trabajar en la Catedral Vieja, reside en Cantalapiedra. Así queda constancia en un documento en el Archivo Histórico Nacional
La exposición en Cantalapiedra destaca la valiosa aportación de un pintor que anticipó el arte renacentista que dejó 8 tablas de cuidada delicadeza y realizó el impresionante juicio final que gracias a las reproducciones puede verse con todo detalle. Una obra magnífica que no tuvo reparo en firmar con su autorretrato en la predela y como profeta.
Una firma que en Cantalapiedra sobrevive con el fresco del San Cristóbal realizado por el propio Nicolás Florentino redescubierto a finales del siglo pasado. Una obra que pone en relación a este templo señorial con el mejor arte de su tiempo