Los países ricos acaparan tres cuartas partes de la producción mundial de vacunas contra el coronavirus, lo que está dejando a estados emergentes y en desarrollo sin acceso. Esta situación es acuciante en el sur del continente africano.

Sudáfrica suspende la vacunación con las dosis de AstraZeneca. El país, uno de los pocos estados en vías de desarrollo que pueden hacerse con estas vacunas, había recibido el pasado lunes cerca de un millón de dosis, pero las dudas sobre su eficacia contra la variante del coronavirus ha replanteado su puesta en marcha. La variante sudafricana del COVID-19 se ha vuelto la más dominante en el país.

Por el contrario, Mozambique, con casi 45.000 casos en total y 465 muertos, no puede hacerse con ellas y sin embargo se encuentra en una situación donde urge vacunar al personal sanitario. Natalia Tamayo, jefa de misión de Médicos Sin Fronteras en Mozambique, advierte que el sistema esta cerca de colapsar, "si los trabajadores siguen enfermándose y muriendo, esto va a ser imposible, va a ser realmente una catástrofe".

En un país con 28 millones de habitantes y con tan solo 10 médicos de cada especialidad resulta complicado hacerse con equipos de protección. "La adquisición de material de protección para los trabajadores de salud resulta prácticamente imposible", dice Neus Peracaula, coordinadora de Médicos del Mundo Mozambique, y añade "los países ricos han acaparado todo el mercado internacional".

Algunas ONGs como Médicos Sin Fronteras y Médicos del Mundo han pedido que se aumente la ayuda humanitaria y que se suspendan temporalmente las patentes de las vacunas con el fin de poder ayudar a los países menos desarrollados.

Ya hay proyectos como COVAX, de la Organización Mundial de la Salud, que a finales de mes enviará un lote de 1,2 millones de dosis a repartir entre 92 países. Es menos de la mitad de lo que ha recibido sólo España hasta el momento.