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Han pasado cuatro décadas, pero Francisco Ventura, el que fuera alcalde de Moral de Sayago desde el 78 hasta el 82 sigue defendiendo un proyecto que, a su juicio, habría cambiado el pueblo trayendo dinero a las arcas municipales, carreteras, puestos de trabajo y estudios para los vecinos.
Fue una historia de amor que duró poco más de diez años hasta el parón nuclear impuesto por el PSOE. Iberduero, la compañía eléctrica que lideraba la construcción de la central, retiró entonces sus máquinas y dejó en Moral de Sayago 3.000 millones de pesetas convertidos en escombros y una deuda aún pendiente de cobrar.
Asentado sobre una falla sísmica, este municipio de apenas 320 habitantes tiene en esta zanja el testigo de lo que pudo ser y no fue.