Entró en Tordesillas a caballo, presidiendo el cortejo fúnebre de su marido Felipe el Hermoso. La calma inundó el pueblo allá por 1509. La Reina Juana entró en la plaza. Esta iba a ser una parada en su ruta hacia Granada pero su padre Fernando el Católico la engañó para que hiciera un alto en el camino. 

Fue un ardid de su padre Fernando el Católico para apartarla de la corona. El mismo al que se le cuestiona sobre si envenenó a su yerno, el marido de Juana. La encerraron en un palacio hoy inexistente y allí permaneció, en Tordesillas, 46 años hasta el día de su muerte.

508 años han pasado de este episodio del culebrón histórico. Los tordesillanos lo recrean por decimotercera vez consecutiva, ante la mirada de 10.000 personas que contemplaron el último suspiro de libertad de la Reina Juana I de Castilla.