El distribuidor, productor y exhibidor Enrique González Macho destacó este sábado en Valladolid que "no se puede analizar el cine con criterios meramente mercantilistas". En opinión del presidente de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España, "poner la cultura dentro del mundo de la oferta y la demanda es muy duro, porque nos llevaría a una sociedad donde no habría nada, no habría música, literatura y mucho menos ópera".
González Macho protagonizó un encuentro con los medios informativos en el Hotel Olid Meliá, escasas horas antes de subir al escenario del Teatro Calderón para recibir la Espiga de Honor del festival, que reconoce así su estrecha vinculación con el certamen vallisoletano. "He visto pasar por mis manos muchas espigas, pero no eran mías. Esta noche me ha llegado el turno", destacó.
A sus espaldas y a las de su distribuidora Alta Films, cuenta con nada menos que quince espigas de oro para películas como ‘Mañana fue la guerra’, ‘Voces distantes’, Semilla de crisantemo’, ‘El liquidador’, ‘ Mi nombre es Joe’, ‘Oriente es oriente’, ‘Hierro 3’, ‘Estómago’ o, la más reciente, ‘sin retorno’, conquistada en la pasada edición. Además, ocho espigas de plata e incontables galardones secundarios dan buena fe de la fructífera relación que, tradicionalmente, ha mantenido con el certamen.
Según recordó, para él ha habido dos momentos "fundamentales" a lo largo de su relación con el festival. El primero supuso "romper el maleficio que el cine español sufría en la Seminci, cuando convencí a Icíar Bolláin para presentar en Valladolid su ópera prima, ‘Hola, ¿estás sola?’, que acabó ganando dos premios. "Ahí los productores españoles se dieron cuenta de que Valladolid era un lugar importante para promocionar su cine".
Además, González Macho aclaró que "de los cientos de películas" que ha presentado en Valladolid, la que más le gusta personalmente ha sido ‘Leolo’, de Jean-Claude Lauzon, Espiga de Oro en 1992. "Siempre que tenemos que organizar alguna proyección donde se repase nuestra historia la acabo rescatando", explicó además de recordar lo mal que lo pasó tras el primer pase de la película en Valladolid, ya que "el público respondió con un silencio sepulcral; luego supimos que era porque les había impactado la película, pero estábamos asustados".
El santanderino bromeó asegurando que "tuvieron que reformar el Teatro Calderón no por el paso del tiempo, sino porque los pateos que había durante el festival habían hecho resquebrajarse los cimientos del teatro", y sentenció que la Seminci "es un festival con una personalidad muy importante, que ha mantenido con el paso de los años y que ha ido evolucionando para adaptarse a los nuevos tiempos". En contraposición, denunció que "hoy día cada vez se hace más cine para epatar, cine analfabeto, y por desgracia hay festivales especializados en ese tipo de cine", algo de lo que siempre ha huido Valladolid, donde no recuerda "una edición mala": "Las habrá habido mejores o peores, porque eso depende de la cosecha de cada año, pero no ha tenido ediciones malas", concluyó sobre un festival que, en su opinión, apuesta por el cine con contenido, que es bien diferente del cine aburrido. Valladolid es sinónimo de un cine que te mueva por dentro, que te provoque y que te transmita sentimientos".
Según apuntó, otras distribuidoras independientes como Vértigo Films, Golem Distribución o Wanda Visión "bien merecerían esta Espiga de Honor que hoy recibiré yo", porque "son excelentes compañeros y a la vez competidores malísimos que a veces me quitan películas que me gustan, y otras se las quito yo a ellos". "Ellos, como Alta Films, han tenido su importancia para la Seminci porque con su apuesta por Valladolid las multinacionales vieron que Valladolid era una plataforma muy importante para el cine con contenido".