El estiercol generado por el ganado y su manejo inadecuado, contribuyen en gran medidad al calentamiento climático, es por ello que científicos mexicanos se han dado a la tarea de encontrar soluciones a dicho problema. Una de ellas está encaminada a obtener un gas, a partir de dicho residuo, que sirva para la generación de energía eléctrica.
Con alrededor de dos millones de cabeza de ganado y una producción que sobrepasa por tercer año consecutivo los 10 mil millones de litros obtenidos, el sector lechero mexicano vive uno de sus momentos más productivos.
Acostumbrados a sobreponerse de crisis económicas y climatológicas, los ganaderos ahora lidian con un problema de carácter ambiental, que se prevé tenga rúbrica legal en breve: el manejo de los desechos de las operaciones ganaderas. Se estima que por cada litro de leche, una vaca produce un kilogramo de estiércol, que de no ser manejado adecuadamente contribuye de manera significativa con la contaminación de aire, tierra y agua.
Al respecto, estudios internacionales coinciden en que el sector ganadero contribuye en gran medida con el cambio climático, pues el mal manejo del estiércol del ganado produce diversos tipos de gases durante su descomposición, entre los que destacan el metano (CH4) y el bióxido de carbono (CO2), relacionados con el efecto invernadero.
En nuestro país, tanto pequeños y medianos productores como las grandes empresas carecen del conocimiento o tecnología para hacer un buen manejo de los residuos de sus operaciones, y en muchos casos el desecho es apilado a cielo abierto o descargado en lagunas. Aunado a ello, ese tipo de tratamiento conlleva el desarrollo de fauna nociva (ratas, moscas) que son perjudiciales para el propio ganado.
Otro manejo dado a ese material es el de fertilizador de suelo. Para ello, los ganaderos secan el estiércol al sol y después lo riegan a fin de que la tierra capture sus “nutrientes”. Sin embargo, lo que en realidad se produce es un desbalance entre amoniacales y fósforo, y el suelo termina volviéndose salitroso.
Una de las investigaciones más interesantes al respecto se lleva a cabo en la Universidad Iberoamericana (UIA), en la ciudad de México, donde el doctor Alberto Salinas Franco, del Departamento de Ingeniería y Ciencias Químicas de esa casa de estudios, busca convertir el estiércol de las vacas en energía renovable, y de esa manera contribuir a la sustentabilidad energética a los establos donde se encuentra el ganado.
El desarrollo está encaminado a obtener combustibles a partir del estiércol de vacas y residuos orgánicos municipales. Para ello, los investigadores analizan dos variantes: una biológica y otra termoquímica. La primera está orientada a identificar los procesos anaerobios que generan diversos gases. Aunque se trata de procesos que requieren adecuarse a los tiempos de los microorganismos que participan en ellos.
“De obtener un gas con una composición adecuada podríamos utilizarlo con un motor diesel modificado para generar energía eléctrica, que produzca la suficiente para operar los ranchos productores”, comentó en entrevista Salinas Franco.
Al explicar el funcionamiento interno del reactor, que fue diseñado en la UIA, el investigador apuntó que consiste en una pequeña cámara con poca cantidad de oxígeno, ello con el objetivo de evitar la combustión del material orgánico, y una vez que se aplica calor ocurren una serie de reacciones que descomponen el desecho y producen el gas de síntesis.
“El reactor opera en cuatro regiones: una de secado, otra de pirólisis (descomposición por calor), la de oxidación (que elimina electrones) y una más de reducción (que la materia gana electrones); cada una cuenta con diferentes temperaturas, y en su conjunto deben proveer del gas de síntesis”, explicó Salinas Franco.
Fuente: DICYT