El cultivo de la patata ha visto reducida en un diez por ciento su superficie cultivada. Pasa de las 17.000 hectáreas del año pasado a las poco más de 15.000 en esta campaña en Castilla y León. Los altos costes de las materias primas y la escasez de agua han hecho que algunos abandonen un cultivo que en la provincia se centra en las riberas del Tuerto y el Órbigo.