La ilustre villa de Aguilar de Campoo, cuyo sello responde al pensamiento de “Arco y Aroma”, se define como un Conjunto Histórico Artístico. La Villa, tutelada por su Castillo, y enmarcada por una magnifica muralla medieval, conserva seis de sus siete puertas originales, se conoce como la puerta de entrada a la Montaña Palentina y al Románico.
Cuenta con una señorial plaza porticada, donde se conjugan, a ambos lados, dos arquitecturas bien diferenciadas; de una parte casonas y palacios de estilo castellano, y por la otra, galerías acristaladas, que muestran la influencia de los pueblos cántabros y su diseño, en este territorio. Preside la plaza, la esbelta Colegiata de San Miguel, un impresionante edificio de estilo gótico, con pinceladas de Románico y Herreriano, en cuyo interior sobresale un magnífico retablo Renacentista y donde se puede disfrutar del Museo Sacro, inundado de magnificas piezas de gran valor artístico, no sólo en el ámbito religioso, sino también histórico, de la Villa.
A los pies del Castillo encontramos una regia joya del románico, la Ermita de Santa Cecilia, donde maestros canteros del Medievo, cincelaron sublimes capiteles historiados, entre los que destaca, la matanza de los inocentes.
El Monasterio Santa María La Real, otra de las joyas del Románico, presume de claustro, además de iglesia, y alberga el Centro Expositivo del Románico y del Territorio, donde el visitante se sumerge en un espectáculo de luz y sonidos, buscando trasladarse a un momento de la historia que ha marcado el devenir del municipio.
Otros edificios que demuestran la importancia monacal de la Villa son; la Iglesia de San Andrés, de la que tan sólo se conserva una pequeña muestra, y el Monasterio de Santa Clara, donde aún hoy, un grupo de clarisas, compagina la oración con la elaboración de una delicada repostería.
Un paseo por las calles de Aguilar de Campoo nos traslada a la Edad Media recorriendo las 6 puertas de la muralla y los más de 100 escudos que ilustran la nobleza del municipio, y narran leyendas de caballeros y princesas, decorando fachadas de palacios y casonas blasonadas.
La Villa también albergó una importante judería, de la que se conserva una arquitectura de casas construidas en piedra de toba y madera, con entramados muy vistosos, así como símbolos y escritos que quedan reflejados en la piedra.
Aguilar de Campoo se extiende por un vasto territorio, salpicado de pequeñas entidades locales, 29 en su totalidad, que contribuyen, de modo imprescindible a su enriquecimiento y atractivo. En ellas, encontramos emblemáticos monumentos románicos, como la Ermita de Barrio Santa María, con sus pinturas, la iglesia de Santa María de Mave, un referente de este arte, digna de mención, la iglesia Rupestre de Olleros de Pisuerga, una catedral tallada en piedra, visita obligada,… tres ejemplos que tan solo son un dulce aperitivo para el viajero deseoso de disfrutar intensamente.
Aguilar de Campoo invita al visitante, a ejercitar los sentidos, pues en ningún momento dejará de deleitarse con el dulce sonido del agua del Pisuerga, a su paso por él, inspirar un aroma a vainilla característico, gracias a su tradicional producción galletera, reponer fuerzas con un plato tradicional de lechazo, trucha u otros manjares, apreciar cada voluta o piedra cincelada y recrear la vista con un paisaje que conjuga de forma magistral naturaleza, patrimonio, arquitectura, historia y desde luego, paisanaje