Son danzas guerreras. Representaciones cuyo orígen se pierde en la noche de los tiempos, pero que siguen teniendo vigencia, año tras año en el ánimo de los vecinos de esta localidad pinariega.
El carácter de estas danzas, que se desarrollan en el interior de la iglesia tras la misa mayor, tanto de las Candelas como de San Blas, impide que las practiquen las mujeres.
Esta es la Fiesta de invierno, más intimista que de la Magdalena, en verano, pero quizá por ello la más auténtica. La nieve no ha impedido las celebraciones, tampoco la procesión posterior a la misa, en la que bailan los vecinos de la localidad entra la parroquial y la ermita.