En los últimos meses, nos han acompañado más que nunca. Los códigos QR, esos cuadros negros y blancos, han inundado restaurantes, marquesinas o farolas. Pero debemos hacer un uso prudente:son una puerta para que ciberdelincuentes roben nuestra información. Llegaron a nuestras vidas en los 90, pero los códigos QR pasaron desapercibidos. Se trata de un tipo de tecnología que ofrece una respuesta rápida para acceder a contenidos a través de Internet, y al no necesitar contacto, su uso se disparó durante la pandemia. Los hemos visto en restaurantes, certificados COVID o farmacias. Y aunque nos hacen la vida más cómoda, hay que tener cuidado.

A diferencia de cuando lo usamos en el navegador de nuestro ordenador, el QR nos lleva directamente a una página web y ahí podríamos estar cayendo en una estafa."Si no nos fijamos, podríamos estar entrando en una web fraudulenta o descargarnos una aplicación que no sea buena", asegura Ruth García, técnico de ciberseguridad del INCIBE.

La picaresca criminal puede convertir un QR fiable en uno fraudulento. Simplemente con una pegatina por encima. "Desde ahí pueden tomar el control. Desde WhatsApp hasta tema de bancos", afirma Mikel Rufián, director global de Bidaidea y miembro del Clúster de Ciberseguridad de Castilla y León.

Incluso podrían minar criptomonedas a través de nuestra tecnología. Los expertos coinciden, lo mejor es prevenir, primero con sentido común, pero también tener herramientas que nos permitan conocer a qué web estamos intentando acceder. Desde nuestro teléfono también podremos evitar que nos redireccione automáticamente a las páginas web. Esto se puede hacer en ajustes de cámara en iPhone o utilizando la aplicación Google Lens en Android, tal y como nos explica la experta en ciberseguridad y responsable de la oficina de Seguridad del Grupo Oesía en Valladolid, Nathalie Ortigoza, miembro también del Clúster.

Y en caso de duda el INCIBE tiene habilitado el 017, el teléfono gratuito de la Ciberseguridad.