En Sierra Leona no le llaman por su nombre. Allí José Luis es Grandpa, abuelo en inglés. Durante el último año ha visto morir a familias enteras a causa del ébola.
A ningún enfermo le ha negado un abrazo, ese contacto físico que es sinónimo de contagio. África le ha robado el corazón por eso, mientras estaba en Sierra Leona, no perdió nunca la esperanza.
Entre tanta enfermedad, hambre y guerras hay también un hueco para ver los positivo del continente africano. Después de pasar más de 20 malarias, su salud no le permite regresar a Sierra Leona. Su próximo destino será El Paso, en la frontera entre Estados Unidos y México.