Puntuación: 7/10
- Película: 'Midnight in Paris'
- Dirección: Woody Allen
- País: USA y España
- Año: 2011
- Duración: 94 min
- Género: Comedia romántica, fantástico
- Interpretación: Owen Wilson (Gil), Marion Cotillard (Adriana), Rachel McAdams (Inez), Kathy Bates (Gert), Michael Sheen (Paul), Adrien Brody (Salvador), Nina Arianda (Carol), Mimi Kennedy (Wendy), Kurt Fuller (John), Carla Bruni (guía del museo), Léa Seydoux (Gabrielle), Tom Hiddleston.
- Producción: Letty Aronson, Stephen Tenenbaum y Jaume Roures.
- Guión: Woody Allen
- Fotografía: Darius Khondji
- Montaje: Alisa Lepselter
- Vestuario: Sonia Grance
- Distribuidora: Alta Classics
Sinopsis
'Midnight in Paris', de Woody Allen, nos cuenta la historia de una familia que viaja a la capital francesa por asuntos de negocios, incluyendo entre ellos a una joven pareja que está prometida, y cuyas vidas cambian gracias a este viaje. La cinta aborda la idea que tiene la gente de que una existencia distinta a la suya quizás podría ser mejor.
Crítica
"Una fantástica velada a la que nos conduce un genio. Una historia de las que te acaparan, y deliciosa la forma en que fue tratada. La virtuosidad de Woody Allen se manifiesta como una carta de Amor a la Ciudad de la Luz, que a tantos nos ha cautivado."
Admirador desde siempre de Woody Allen, confieso que he disfrutado. Las primeras imágenes son la postal de un París seco y mojado, lo que será también el hilo conductor del relato: el Sena que los puentes vadean, la Tour Eiffel, que los parisinos llaman con cariño 'la vieille dame', y las luces de la ciudad que la lluvia multiplica hasta el infinito.
Tuve la fortuna de haber estado en París infinidad de veces, la última en diciembre pasado. Y siempre descubro entre sus muros algún rincón ignorado y perspectivas que desconocía. Conozco muy bien los lugares por los que se nos pasea, de todos guardo recuerdos y hasta en algunos he escrito.
Suelo comentar en mis crónicas que muchos son los llamados y pocos los elegidos. Woody Allen, como Tarantino y Redford, poseen ese don especial para contar historias que traspasan lo cotidiano, y al mismo tiempo dirigen sus obras con maestría absoluta.
El argumento es falsamente inocente y está lejos de ser sencillo. Partiendo de una pareja que se desmorona con los suegros al acecho, Woody nos invita a un viaje iniciático en tiempos que marcaron el mundo. Gil (Owen Wilson) se sumergirá en el universo del Arte en su esplendor dorado, compartiendo mesa y copas con Belmonte, Matisse, Gertrude Stein, Picasso, Fitzgerald, Dalí, Buñuel, Hemingway y Cole Porter. El destino del protagonista se definirá a su lado, abriéndole las puertas de su futuro y reconciliándole con el presente al cruzar por el pasado.
El recurso utilizado me recordó la filosofía esotérica y los alquimistas, con la fórmula consagrada del acróstico V.I.T.R.I.O.L. (Visita Interiora Terrae Rectificando Invenies Ocultum Lapidum): el símbolo de la estrella de siete puntas con sus siete palabras, siete planetas, siete puntas y siete serpientes en un doble círculo de fuerza.
Es una inmersión en las profundidades del alma, sincera y valiente, buscando la Verdad que nos define y el Camino al que conduce.
Las incursiones a los años veinte y a la Belle Époque son un bálsamo para el recuerdo. Un acierto indiscutible que relativiza nuestro mundo con prisas. La fotografía, quizás rígida en exceso, acierta sin embargo al recrear un ambiente en el que genio y pasión dominan.
Una vez más, el talento de Woody Allen se demuestra en la elección de sus actores. Todos exactos, definidos y trazados con pincel muy fino, soberbiamente caracterizados. ¡Dan tantas ganas de unirse a su tertulia y embriagarse al escucharles, al ritmo de esa conga endiablada junto a Josephine Baker!
La progresión interpretativa de Owen Wilson en los últimos años es espectacular. Inocente y expresivo, su encanto seducirá a las doncellas que cruzarán sus pasos. Rachel MacAdams primero, aunque necesite un poquito de gimnasia en los cuartos traseros. Marion Cotillard, soberbia, y al final Léa Seydoux, con un encanto similar al del galán junto al que se alejará bordeando el Sena, bajo esa lluvia que empezó y acaba, agua que nos empapa el alma.
La obra de Woody Allen es una lección de cine, un consuelo y un ejemplo en el que susurrar y sugerir. Sus imágenes excitan la imaginación con más fuerza que las de cuerpos entregados al estupro.
El cine no las necesita, por lo menos el que es grande.