Estamos en el rincón sur de la provincia de Salamanca. Aquí todavía se habla una variedad del leonés, el Rebollano, que se trata de mantener vivo pero que cada vez hablan menos vecinos. Perdemos acepciones como el hecho de que si decimos a una persona astuta no quiere decir que sea lista, sino huraña.
Pocas cosas dan tanta identidad a un pueblo como una lengua. El problema es que los hablantes del leonés han dejado en muchos casos de verlo útil.
De ello se habla en el III Foro de las Identidades, donde se insiste en que mirar al pasado es una opción de futuro.
Desde las antiguas labranzas hasta las formas constructivas, una interesante prospección en nuestra identidad.