AGROALIMENTACIÓN

Del ladrillo a la morcilla

  • A base de experimentar, añadió un día a los ingredientes tradicionales unas cuantas pasas

rtvcyl.es / Ical

Hace tres años, Begoña Bravo, residente en Dueñas (Palencia), se vio obligada a dejar el negocio que había constituido su forma de vida. La crisis del sector de la construcción azotó duramente a su pequeña empresa, que empleaba a una decena de trabajadores, y decidió cambiar el ladrillo por la gastronomía.

Su negocio se derrumbó con la recesión económica, lo que la llevó a buscar una nueva salida. Fue entonces cuando optó por lanzarse al mercado de fabricación de morcillas.

Para hacer frente a la competencia, Begoña decidió elaborar morcillas diferentes. Se le ocurrió incorporar ingredientes un tanto novedosos que otorgan a sus productos un sabor distinguido. Así, "a base de experimentar", añadió un día a los ingredientes tradicionales unas cuantas pasas. "La probé y me gustó. Tiene un sabor agridulce", reconoce. No sólo le gustó a ella, sino también a los consumidores, puesto que el producto "tiene muy buena salida".

Este sabor agridulce que se contrapone a otra línea de morcillas, a las de sabor salado que otorgan los piñones a la mezcla elaborada a base de sangre de cerdo, arroz y cebolla. El novedoso producto nació casi fruto de la casualidad, pues fue la hermana mayor de esta pequeña empresaria la que un buen día decidió incluir los ingredientes en el proceso de fabricación. "De pequeñas hacíamos matanzas juntas. Ella siempre ha sido muy amiga de hacer inventos y un día se le ocurrió añadir piñones y ahora es mi modo de vida", ríe Begoña.

Pero no solo estos dos ingredientes otorgan a las morcillas de La Casa de la Morcilla, como se llama la pequeña empresa situada en la entrada de la localidad eldanense, un sabor peculiar. Y es que, asegura su creadora, sus morcillas son "distintas". No en vano, dedica casi tres horas a freír kilos y kilos de cebolla, mientras que "la mayoría de fabricantes de morcillas las elaboran con el tubérculo en crudo", comenta. "Aunque lleve más tiempo, el resultado, para mi gusto, es mejor", explica la artesana.

Este duro trabajo mantiene a Begoña en vela durante buena parte de la noche, se pone manos a la obra para fabricarlas. Por el día regenta una tienda en la que vende lo que elabora, además de productos cárnicos de todo tipo. "Es duro, pues los dos o tres días que tengo que elaborar las morcillas apenas duermo dos o tres horas, pero la situación económica actual nos obliga a hacer todo lo posible para salir adelante", lamenta.

Su forma de vida no es fácil, pues debe compaginar el horario comercial con la fabricación de los embutidos. Cada jornada, elabora unos 60 kilos de producto, lo que le lleva a emplear muchas horas, aunque al final "merece la pena". Solo el freír la cebolla, el toque distintivo de sus morcillas, le lleva aproximadamente dos horas y media. A ello hay que añadir las tareas de cocer el arroz, amasar los ingredientes, mezclarlos y embucharlos.

En total, dedica unas seis horas de trabajo que apenas le dejan tiempo para dormir, pues a primera hora de la mañana abre la tienda. Además, fabrica crema de morcilla envasada, que goza de gran aceptación entre los consumidores en un intento de diversificar el producto. La elaboración es la misma, pero la crema es "más suave y menos especiada", explica.

Begoña cuenta con la ventaja de tener dos hijas, una de ellas apasionada por la elaboración de las morcillas, y otra a la que le encanta la venta al público, por lo que puede presumir de tener una empresa plenamente familiar que ha logrado salir adelante pese a la mala situación económica.

La crisis fue lo que le llevó a montar un nuevo negocio del que apenas tenía conocimientos. "Lo único que sabía de esto es lo que había aprendido haciendo matanzas en mi casa. A mi marido le gustan mucho estas cosas, de hecho en casa criamos cerdos y hacemos matanzas, pero sólo como afición. Con la crisis del ladrillo no nos quedó otra que inventar algo", subraya.

Y se le ocurrió montar la pequeña empresa que poco a poco ha ido creciendo, gracias también al apoyo de la marca Alimentos de Palencia. En estos tres años, el balance es, pese a las dificultades, "más que positivo", y ahora su objetivo es lograr que sus ‘peculiares’ morcillas sean conocidas en toda España.