La trayectoria de Santiago Martín 'El Viti', galardonada con el Premio Castilla y León de las Artes, simboliza el compendio de arte, razón y lógica distintivo de la tauromaquia que él mismo elevó a la máxima expresión en la década de los años sesenta y setenta con la etiqueta de figura señera.
De vocación tardía y formación casi autodidacta, el hijo del señor Baltasar y la señora Filomena, nacido en Vitigudino (Salamanca) en 1938, encarnó la ascesis del toreo desde una línea de sobriedad y clasicismo que cimentó en un amplio conocimiento de la lidia y una notable desenvoltura en todos los tercios.
Apasionado del campo, hombre de férrea voluntad y profundamente religioso, plasmó el amor a la tierra a través de su nombre artístico, 'El Viti', con que le bautizó Manuel Moreno, su maestro en la escuela del pueblo, y que paseó durante dos décadas en cerca de un millar de festejos celebrados en España e Hispanoamérica.
La crítica y la publicidad le motejaron después con el apelativo de Su Majestad (S.M.), no sólo por la coincidencia de sus iniciales con el regio tratamiento, sino especialmente por la serena gravedad, el empaque y el señorío que destilaban sus trasteos: sin alujeras concesiones ni artificios de histrión.
Santiago Martín plasmó su temprana inclinación al arte a través de la decoración de los carros que construía su padre, en cuyo taller colaboraban la mayor parte de los siete hermanos de la familia y que "El Viti" logró cerrar con los primeros éxitos de su andadura taurina, de legua y media en sus comienzos.
Esa es la distancia que media entre Vitigudino y la cercana finca de reses bravas de Pozos de Hinojo -arrendada por Manuel Francisco Garzón-, apenas nueve kilómetros que recorría a pie o en bicicleta, según los posibles, y donde el torero en agraz se probó ante ganado de verdad alentado por el triunfo obtenido en la plaza de su pueblo durante el Corpus de 1955.
El primer capote se lo cosió su hermana, y de blanco y oro ciñó su primer terno, cortado en Madrid y regalado por sus paisanos de Vitigudino, un pueblo que además de lucirlo en los carteles ha llevado siempre a través de su patrona, la Virgen del Socorro, a la que siempre se encomendó desde su debut con picadores, en Ledesma (Salamanca) el 31 de mayo de 1958.
En 1959 se presentó de novillero en el madrileño coso de Vista Alegre y un año después lo hizo en Las Ventas, la misma plaza donde tomó la alternativa el 13 de mayo de 1961 con el toro "Guapito", de la ganadería de Alipio Pérez Tabernero-Sanchón, que le cedió Gregorio Sánchez delante de Diego Puerta.
Tanto en la 'chata carabanchelera' como en Las Ventas obtuvo sendas salidas en hombros que rubricó en diciembre de 1962 con su presentación en la Monumental de México, punto de arranque de una trayectoria que en los años sesenta y setenta le situó en la cúspide del toreo junto a Paco Camino, y que rindió en Valladolid en 1979.
El consentimiento de sus padres, el apoyo de Arcadio Gómez -su primer apoderado-, el aliento de sus paisanos y el primordial respaldo en sus comienzos del ganadero charro Manuel Francisco Garzón, facilitaron una trayectoria que posteriormente rentabilizó Florentino Díaz Flores y que ha situado a "El Viti" como el matador que más veces ha cruzado el umbral de la Puerta de Madrid en la plaza de Las Ventas: catorce como matador y dos de novillero.
Las pequeñas plazas de Vitigudino, Barruecopardo y de Aldeadávila de la Ribera, entre tantas de su tierra salmantina donde se fogueó como becerrista, dejaron paso a los principales ruedos de España, Francia e Hispanoamérica, donde se proyectó la silueta alargada y estilizada de un torero de planta manierista (como los personajes de El Greco), y que alumbró faenas naturales y luminosas (como los lienzos de Velázquez), además de creativas y originales (como las telas de Goya), tres de los pintores que más admira este matador.
Afincado en Salamanca y en Vitigudino, donde reparte su residencia, "El Viti" recibió en 1998 la Medalla de Oro de Bellas Artes y el próximo 22 de abril recogerá en Salamanca el Premio Castilla y León de las Artes.
Es la primera que recibe en Castilla y León un torero desde la instauración de este galardón en 1984 y que anteriormente han recibido numerosos creadores que han tenido en el toreo una fuente de inspiración, casos del escultor Venancio Blanco y del pintor José María Castilviejo.