Los nueve tomos que conforman el sumario del crimen de Valladolid en el que murió apuñalado Rufino Arnanz han dejado de estar bajo secreto. Así lo ha decidido el juzgado número 2 de esta ciudad que instruye el caso después de sucesivas prórrogas para intentar dar luz a este caso que, en un primer momento, se creía que respondía a un atraco violento.
Este asesinato dio un giro inesperado en septiembre del pasado año cuando un policía nacional de Zaragoza, José Manuel M.F., fue detenido como principal sospechoso de esta muerte. El arresto se produjo en la capital aragonesa e inmediatamente fue trasladado hasta Valladolid donde prestó declaración ante sus compañeros del cuerpo y ante el juez de guardia, quien lo dejó en libertad. A pesar de estar imputado por un delito de asesinato, la ausencia de pruebas contra él -no se encontró el cuchillo de grandes dimensiones utilizado, ni la riñonera que el autor del crimen se llevó para simular el robo-.
El propio agente del Cuerpo Nacional de Policía reconoció que estuvo el día de los hechos, el 21 de noviembre de 2011, en Valladolid. De hecho, afirmó que se presentó a primera hora de la mañana porque la mujer del fallecido, con la que mantenía una relación sentimental, le había llamado “porque estaba mal con su esposo”.
Al parecer, según reconstruyó ante el juez instructor, la fiscal jefe de Castilla y León, la Unidad de Homicidios de la Policía Nacional y los abogados de las partes Olga Oseira Abril y Vicente Burón Ríos, aparcó su vehículo en las inmediaciones de la casa de la víctima y decidió ir andando hasta el lugar. Sin embargo, pudo ver desde lejos que el coche de la víctima estaba abierto, que un hombre estaba tumbado sobre el suelo y que una ambulancia estaba atendiéndole. Decidió no intervenir e irse a su coche para volver a la capital aragonesa. Eso sí, según su versión, sin correr porque “no tenía nada que ocultar”.
El agente de la Policía Nacional y la mujer del asesinado mantenían una relación sentimental a través de Internet. Eso es algo que ha reconocido el propio José Manuel M.F., que en aquél momento estaba casado. Ambos fueron compañeros de colegio y en una cena de ex alumnos coincidieron y empezaron a relacionarse de nuevo.
La víctima, que residía en la calle Nicasio Pérez, salió a primera hora de la mañana rumbo a su coche, estacionado en las inmediaciones de San Juan. Eran las 8.05 horas. Justo al llegar a la altura de su Toyota Yaris fue abordado por un hombre encapuchado y armado con un cuchillo, mantuvieron una breve discusión y, según confirmó después la autopsia, no pudo defenderse.
Los testigos no han podido reconocer al principal sospechoso, ya que tan sólo hablan de una persona de complexión grande (al igual que el policía) porque el autor del apuñalamiento iba tapado con un pasamontañas. Ahora, con el sumario en la mano, los abogados de las partes podrán conocer más detalles para pedir más pruebas que esclarezcan este caso.