En la Semana Santa de Palencia hay un sonido inconfundible que se repite: dos toques cortos más graves seguidos de uno más largo. Es el “tararú”, una llamada sonora que sobrecoge y da identidad a las procesiones de Palencia. Este peculiar toque de corneta ha evolucionado con el tiempo. Aunque antiguamente servía como medio de comunicación y organización entre cofrades durante los cultos y desfiles procesionales, hoy en día se ha convertido en un gesto solemne de respeto. Se utiliza para saludar a las cofradías, marcar el inicio y el final de las procesiones y acompañar los pasos durante su recorrido.

El “tararú” no solo requiere técnica, saber tocar la corneta y resistencia pulmonar para su ejecución, sino que también ha alcanzado un valor simbólico muy arraigado en la tradición palentina. Esta singularidad sonora fue uno de los elementos clave para que la Semana Santa de Palencia obtuviera el reconocimiento de Fiesta de Interés Turístico Internacional.

Además, esta tradición, durante mucho tiempo reservada a los hombres, ha roto barreras en los últimos años. Ahora, mujeres también tocan el “tararú”, participando activamente en una Semana Santa cada vez más igualitaria. Conocemos a un grupo de mujeres que aporta su aliento y su presencia a una celebración profundamente arraigada y en constante transformación.