Se calcula que el año pasado más de medio millón de jóvenes con menos de 18 años jugaron apostándose dinero, tanto de forma presencial como online. Es el caso de dos jóvenes con los que hemos charlado.
Nuestro primer protagonista ya sabe lo que es una adicción con tan solo 20 años. A los 17 empezó a jugar y se convirtió en jugador patólogico. Hacía lo que fuera necesario para conseguir dinero y apostar. La ruleta eléctronica fue su perdición y la ansiedad se convirtió en su compañera. Consciente de su problema decidió ponerse la autoprohibición.
Una historia que se repite. Nuestro segundo protagonista empezó a jugar a los 16 años. Llegó a pasar hasta 8 horas diarias en las casas de apuestas y perdió unos 5.000 euros. El juego se convirtió en una obsesión. Los dos están en un tratamiento de rehabilitación y los dos dicen haber aprendido algo muy importante: que en el juego siempre se pierde.