Jorge Santo Tomás / rtvcyl
Juan Pablo II fue el primer Papa legítimamente elegido que viajó a España. Era octubre de 1982 y en su visita pastoral, el Pontífice eligió personalmente muchas de las etapas: varias de ellas, en Castilla y León. Karol Wojtyla había redactado su tesis doctoral sobre San Juan de la Cruz y siempre se había manifestado devoto de Santa Teresa. Por lo que no quiso perder la oportunidad de visitar Ávila, Alba de Tormes, Salamanca y Segovia. Su visita aún se recuerda.
Era 1 de noviembre de 1982. Apenas unas horas después de aterrizar en Madrid, su primera parada fue Ávila. Aquí clausuraría los actos del centenario de la muerte de Santa Teresa, el verdadero motivo de este viaje pastoral.
Más de un millón de personas, entre ellos los Reyes, acudieron a la misa que ofició junto a las Murallas y desde donde después se dirigiría a Alba de Tormes para visitar el sepulcro de la Santa y después celebrar otra eucaristía ante 600.000 personas.
La maratoniana jornada acabaría en la Universidad Pontificia de Salamanca, donde se encontró con el claustro de profesores antes de salir al balcón para agradecer el apoyo de los estudiantes. Dos días después, tras visitar Madrid y Toledo, el Pontífice regresó a Castilla y León, concretamente a Segovia, donde quiso rezar ante la tumba de San Juan de la Cruz, sobre quien hizo su tesis doctoral. Luego se daría el enésimo baño de masas.
Diez días intensos para Juan Pablo II y para un país con el que siempre guardó una relación especial. Regresaría otras cuatro veces a España, aunque nunca más volvería a pisar Castilla y León, pero se llevó el calor de cientos de miles de fieles.