CULTURA

El Museo Nacional de Escultura reflexiona sobre su pasado, presente y futuro en la exposición 'Érase una vez...'

La muestra, que ocupa seis salas de la planta baja del Colegio de San Gregorio, reúne hasta el 13 de septiembre 80 piezas de una decena de museos y colecciones, de artistas como Berruguete o Bigarny

Ical

Cuenta Alejandro Nuevo, el director del Museo Nacional de Escultura, que tras unos años de escasa actividad debido a la pandemia y al cambio de dirección en la institución en abril del pasado año, era el momento para "reflexionar en qué punto se encuentra el Museo". Para ello, y coincidiendo con el 180 aniversario del centro, han organizado la exposición 'Érase una vez…', que con el subtítulo 'Historia del Museo Nacional de Escultura en 6 actos' repasa hasta el próximo 13 de septiembre el pasado, presente y futuro de este "sagrado depósito", en palabras del jefe superior político de la provincia de Valladolid, Julián Sánchez Gata, cuando abrió sus puertas el 4 de octubre de 1842.

"Había que centrarse, sentarse, ver exactamente qué había hecho el Museo, qué queríamos hacer y qué podíamos ofrecer al usuario, y en eso estamos", detalló Nuevo, antes de anunciar que en breve se anunciará el Plan Estratégico del centro para el cuatrienio 2023-2026, que recogerá las "líneas esenciales" de la institución a medio plazo.

La muestra, que ocupa seis salas de la planta baja del Colegio de San Gregorio y es la primera con él al frente, celebra los 180 años de historia del Museo, y surgió con el título provisional '90+90', que aludía a que la mitad de su historia (entre 1842 y 1933) se ubicó en el Colegio de Santa Cruz como Museo Provincial de Bellas Artes de Valladolid, y la otra mitad en el Colegio de San Gregorio y otras sedes anejas (1933-2023), ya como Museo Nacional de Escultura.

En total, como explicó la comisaria Ana María Pérez, reúne en torno a 80 obras en 200 metros cuadrados, procedentes de más de una decena de museos y colecciones, con piezas de creadores como Alejo de Vahía, Alonso Berruguete, Fray Rodrigo de Holanda, Felipe Bigarny, Alonso Cano, Juan de Villabrille, Luis Salvador Carmona, Casado del Alisal, Genaro Pérez Villamil o Jean Laurent.

"No queríamos mostrar una historia demasiado exhaustiva del Museo, sino dar unas pinceladas desde sus orígenes hasta la actualidad, siguiendo un discurso cronológico en las tres primeras salas, y otro más temático en las tres siguientes", apuntó Alejandro Nuevo. De esa forma, cada uno de esos seis espacios cuenta con una pieza central que domina la estancia, recoge una cita que condensa la esencia del periodo narrado y varias fotografías que atestiguan los distintos momentos históricos del Museo.

Así, el Acto 1 lleva por título 'De la desamortización al Museo de Pintura y Escultura', y recuerda los primeros pasos del centro, con Pedro González Martínez como primer director desde 1844 y una cabeza de San Pablo que formaba parte de los primeros bienes expuestos coronando la sala. El Acto 2, bautizado 'La forja del museo', resume el tránsito entre 1842 y 1933, cuando "sin orden ni concierto", en palabras de la comisaria, las obras se amontonaban abigarradas, "desluciéndose unas a otras", como escribió en su momento Emilia Pardo Bazán. Un pequeño San Jorge de Berruguete o una talla de San Francisco en mitad de la sala sintetizan el espíritu de aquel momento.

El Acto 3 recoge 'Tiempo de cambios', con la irrupción de un personaje "fundamental" como Ricardo de Orueta, que en 1933 impulsó la creación de la Junta de Defensa del Tesoro Artístico Nacional y la trasformación del centro en Museo Nacional, con una nueva ubicación. La comisaria explicó que tras "años de vicisitudes", en 1884 el Colegio de San Gregorio se había declarado Monumento Nacional, propiciando su recuperación de la mano del arquitecto Teodosio Torres. En este caso, un fragmento restaurado del sepulcro de los padres del obispo Diego de Avellaneda es el protagonista.

Viraje narrativo

Abandonando ese ala del claustro, el discurso cronológico se quiebra en las tres salas siguientes. Así, en el Acto 4, con el lema 'Mucho más que escultura', se visibilizan las "nuevas colecciones y nuevas sedes" con alusiones al Palacio de Villena y la Casa del Sol, y protagonismo para la pintura (se incluye una copia del autorretrato de Tiziano cedida por el Museo del Prado) y obras como un Cristo ejecutado en madera de boj por el círculo de Juan de Juni, o un santo Grial adquirido hace apenas dos años.

El Acto 5, con el leitmotiv 'El museo oculto se desvela', el protagonismo recae en el Museo Nacional de Reproducciones Artísticas, cuyos fondos, recopilados desde su apertura en 1877, recayeron en la Casa del Sol en 2011, duplicando el volumen de los fondos del Museo, y diversificando de una forma bárbara la temática y la técnica de las piezas cobijadas en el centro.

La muestra se cierra con el Acto 6, con el lema 'Un museo, un futuro, miles de usuarios', que cede el protagonismo a los "usuarios" del Museo, en palabras de la comisaria, que prefiere ese término a otros utilizados hasta ahora como "visitantes o público". Se trata de la única sala sin una pieza central, y en su lugar han colocado una peana desnuda para que sean los "usuarios" quienes se erijan en obras de arte, y se puedan hacer un autorretrato en n espejo habilitado para ello. Entradas del añejo Museo Provincial de Bellas Artes, décimos de lotería presididos por la imagen del Museo, un ejemplar de la revista Hola con tallas del centro en la portada o un mosaico de firmas anónimas de visitantes coronan la sala.

"Queremos que el Museo sea mucho más participativo. Nos gustaría diseñar actividades con la participación de los usuarios desde un inicio. Lo hacemos muchas veces con asociaciones del tercer sector, pero queremos ahondar en esa línea, e incluso que nos ayuden a elegir el nombre de algunas iniciativas o alguna exposición temporal que hagamos en el futuro. Queremos que sea mucho más participativo, con una oferta mucho más abierta y dinámica", resumió el director, Alejandro Nuevo.

 

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