Dicen que fue andariega hasta después de muerta. Los restos de Santa Teresa se han movido hasta en cuatro ocasiones de sitio. Hoy reposan en el convento que fundó en Alba de Tormes, el cuarto en Castilla y León. Allí también se conservan sus reliquias más populares: su brazo y el corazón.
Nueve campanadas anunciaron su muerte en esta celda, que las monjas conservan como un santuario. A partir de ese momento todo cambia en este convento y en Alba de Tormes y se convierte en el relicario teresiano y en el centro de peregrinación porque Alba pasa a ser el sepulcro de la Santa.
Los carmelitas se llevaron sus restos a Ávila pero la casa de Alba consiguió que volvieran. Guardados en una urna de plata se han movido por toda la iglesia.
Hay cuatro llaves pero la caja solo se ha abierto a principios del siglo XX. Los peregrinos se conforman con ver sus reliquias. Es uno de los reclamos turísticos de Alba de Tormes, que en el siglo XIX levantó una basílica a su santa, hoy abandonada.