Cristina Carro / rtvcyl.es
En Castilla y León se cultivan 1.200 hectáreas de plantas de fresa en las provincias de Ávila, Segovia y Valladolid. La climatología con veranos no especialmente calurosos y meses de septiembre con muchas horas de frío hacen que la maduración sea perfecta.
La planta se siembra en el mes de abril y permanece en el campo hasta octubre, cuando llega el momento de su cosecha y posterior traslado a Huelva. Este proceso es muy rápido. En tan solo 24 horas la planta es cosechada en Castilla y León y sembrada en terreno andaluz.
El coste del cultivo es elevado. Para el agricultor resulta rentable, pero muy sacrificado. La planta madre de fresa necesita cuidados puntuales desde el momento en el que se ha sembrado.
Unas 50 plantas de fresa sembradas en el vivero de Castilla y León equivalen a 400 una vez que se plantan en Huelva.
La importante labor que se lleva a cabo en los viveros de la Comunidad es completamente invisible para el consumidor. Una vez que compras el envase de fresas, solo aparece Huelva como lugar de procedencia. Por este motivo, es importante resaltar que buena parte de la calidad que el producto tiene depende, casi en su totalidad, de lo que haya ocurrido cuando se sembró la planta madre en los campos de Castilla y León.