Sinopsis

En esta cuarta entrega de la épica saga torrentiana, encontramos a nuestro héroe en una situación delicada. Tras varios intentos de conseguir llevar una vida 'digna' (como si eso fuese posible atrapado en su propia piel), Torrente decide aceptar el peligroso 'encargo' que le ofrece un viejo conocido. Esto le llevará a enfrentarse con uno de los momentos mas críticos de su carrera.

Crítica

"Una de las peores películas que he visto en los últimos tiempos. Un despilfarro de dinero y subvenciones. La única luz en ese túnel tan real como figurado es la presencia de Tony Leblanc, espléndido como acostumbra."

No había osado hasta la fecha ver ninguna de las precedentes entregas de Santiago Segura. Sabia decisión la mía... Admito que la tentación fue grande de tragarme por lo menos una, lo que hice agarrándome a una bolsa de palomitas. ¡Tradicional hasta que me deshaucien!

Desde las primeras imágenes comprendí que me enfrentaba a lo incalificable. Escatológico y desagradable, era una sucesión de situaciones sin lógica ni gracia alguna. Confieso humildemente que tardé dos veladas en ver el mamotreto entero.

La primera noche apagué el ordenador después de media hora de padecimientos, a punto de que me diera una crisis de urticaria o de caer en depresión nerviosa. La segunda me armé de paciencia y consulté las entrañas de un gorrino de Tailandia: sobreviviría.

Y sobreviví a la prueba, aunque escandalizado. No es la primera vez que insisto y repito una súplica que hoy elevo hacia quien quiera oírme: ¡Por favor, señores realizadores o directores, como queráis que se os llame, contentáos con dirigir, que ya es bastante! ¡Dejad los guiones a los profesionales (entre los que me incluyo con impudor supino), que también tenemos hambre! ¡Si es que lo queréis todo! Con un par de falsas tetas Santiago le habría quitado el papel incluso a Belén Esteban. Tarantino hay uno solo, muchachos…

El trabajo de Segura como guionista, por si no lo dejé claro, es apocalíptico. Pero como todos los mortales tenemos derecho a la redención, le salvará un público ansioso de guarrerías, drogado de telebasura.

Felizmente, y como anunciaba en el comentario inicial, la actuación de Tony Leblanc se agradece hasta lo indecible. Es ante todo un actorazo capaz de sacar adelante lo que se le ofrezca. Todo lo que toca brilla. Su voz, sus gestos y su presencia son una delicia para el espectador que aprecia el buen Arte.

Y como persona, como amigo, como hombre y como padre es un ejemplo de encomio. Si en algo le estoy más que agradecido a Santiago Segura es por haberle dado otra oportunidad de provocar nuestras sonrisas, pues nuestro queridísimo Tony Leblanc estuvo malito hace años. Demasiados le olvidaron cuando más necesitaba apoyo.

También me pareció ver al Langui, en el papel del portero Pan Bendito. Nos conocimos en La Solana hace un par de años, en el Festival de Vino y Cine que anima ejemplarmente Antonio Mayoralas. Juan Manuel presentaba su película 'El truco del manco', y yo acababa de parir un libro. Me encantó ese chico. Talento, carisma, generosidad, tolerancia y simpatía le caben sin que rebose su corazoncito.

Bueno, a lo nuestro... Kiko Rivera también se salva, pues resultó natural y gracioso. La fotografía es honesta. Mientras rodaron en Segovia seguro que se pusieron ciegos de cochinillo y vino, porque en mi tierra castellana se come de puro lujo.

Por lo demás, aconsejo la entrega a los incondicionales de 'Torrente' y la desaconsejo a los otros.

Como me siento generoso esta tarde, le otorgaré una nota de 2/10 y va que arde…