Unos lo habrán visto en series nostálgicas, otros lo recordarán en casa de sus padres y algunos pocos lo saludarán a diario. El portero es ese hombre que lo hace todo: riega las plantas del vecino que falta, friega el portal, o ayuda con las bolsas. Cada vez es más difícil encontrarlos: los que se jubilan, no suelen tener sustituto. El sindicato del gremio calcula que en España hay 15.000, 5.000 menos que hace 10 años.

Nos acercamos a Félix, es portero de un edificio del centro de Valladolid. Lleva de guardián 29 años: "La primera misión que tenemos es oír, ver y callar".

Es el encargado de la limpieza, de vigilar el edificio y de ponerlo a punto. Lo conoce a la perfección.

En las zonas residenciales los conserjes tienen otras funciones. Salvador Diez, presidente del Colegio de Administradores de Fincas de Valladolid, explica que su función no es tanto vigilar el edificio, pero si desempeñan la labor de jardinería y limpieza, según el tamaño del edificio. 

El portero o conserje supone un gasto de unos 22.000 euros al año a los vecinos. Muchas comunidades prescinden de ellos cuando se jubilan, y reducen, así, sus gastos.

Félix, de perfil educado y comprometido, de momento no se jubila. Es una profesión todoterreno, que está en peligro de extinción.

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