Dice Aleksanedr Sokurov que sus películas son una biografía del alma o de la cultura en la que ha crecido, de sus lecturas y de sus encuentros con todo tipo de pensamientos. El Museo Nacional Colegio de San Gregorio, de Valladolid, ha inaugurado esta tarde sus actividades de 2011 con la primera sesión del ciclo 'Hacer cine con pinceles', dedicado al realizador siberiano como parte de las actividades organizadas por el Ministerio de Cultura en la celebración del Año de Rusia en España, que se prolongará durante los próximos doce meses.
El editor de la Seminci y redactor de la Agencia Ical, César Combarros, ha sido el encargado de presentar esta actividad con la ponencia 'Sokurov, un viajero romántico', donde ha presentado al realizador ruso como "el discípulo aventajado de Tarkovski", capaz de transportar con sus películas a los espectadores con "viajes poéticos en el tiempo y el espacio, utilizando la pantalla cinematográfica como un delicado lienzo que manipula a su antojo".
Su charla ha precedido a la proyección de 'Hubert Robert, una vida afortunada', un mediometraje dirigido por Sokurov en 1996 por encargo del Museo Hermitage, en San Petersburgo, para promocionar mediante el cine los grandes tesoros del centro. El ciclo se completará los dos jueves restantes del mes de enero, a la misma hora y en idéntico lugar, con la exhibición sucesiva de 'Elegía de un viaje' (2001) el día 20 y 'El arca rusa' (2002) el 27 de enero.
"El ciclo es una oportunidad extraordinaria para descubrir la obra de un artista inmenso, cuyas películas apenas han llegado a España. Sólo 'El arca rusa' se estrenó en los cines españoles en 2004, y apenas otros seis títulos de las 44 películas que ha dirigido pueden encontrarse en dvd en nuestro país", lamenta Combarros.
En su intervención, el periodista y crítico ha recorrido la trayectoria vital y profesional de Sokurov, que en su infancia tuvo que recorrer todos los recovecos de la antigua URSS acompañando a su padre (un soldado soviético) en cada nuevo destino, y desgranará cómo se fue impregnando de la literatura, la música y la pintura del siglo XIX, tanto realista como romántica, y cómo todas esas influencias, desde El Greco hasta Friedrich o Vermeer, han impregnado posteriormente sus películas.
De Turner a Rembrandt
"De Sokurov, alguien tan cualificado como Scorsese ha dicho que es un pionero en la aplicación de las nuevas tecnologías al cine. Él se vale de las lentes, la puesta en escena, la manipulación de la luz y los filtros ópticos para recrear atmósferas en sus películas como lo hacían los pintores clásicos con sus lienzos. Así, en una película clave en su filmografía como 'Madre e hijo' (1997), que apenas tiene 60 planos en total, es posible apreciar la influencia de Turner, Friedrich o el propio Rembrandt, y observar la obsesión de Sokurov por el color y por anular la tridimensionalidad del cine y abordar la composición como si de un cuadro se tratase", explica.
El ciclo, según comenta, está formado por las tres películas que, "de forma más explícita", relacionan a Sokurov con el mundo del arte, ya que "tanto 'Hubert Robert' como 'Elegía de un viaje' y 'El arca rusa' nacieron como encargos de diferentes museos, el Hermitage de San Petersburgo, que es la mayor pinacoteca del mundo, en el primer y último caso, y el Museo Boijmans van Beuningen de Rótterdam en el segundo".
De acuerdo con Combarros, Sokurov comparte con el pintor francés Hubert Robert que "los temas predilectos de los dos eran las ruinas, de monumentos para Robert, y de la historia de Rusia y de Europa para Sokurov". En 'Elegía de un viaje', el director "constata su creencia de que las obras de arte son seres vivos, y presenta un viaje emocional hasta los Países Bajos para encontrar la armonía frente un cuadro de Saenredam". Por otra parte, concluye, 'El arca rusa' es una "vibrante noria de sensaciones rodada en plano único que transcurre a lo largo de cuatro siglos y en 36 salas del Hermitage, con cerca de 2.000 actores que recrean los acontecimientos más importantes de la historia reciente de Rusia".
"Se trata de películas muy diferentes entre sí, pero que también comparten muchos nexos comunes. En todas ellas Sokurov es el narrador consciente y se hace presente para el espectador, conduciendo su mirada y lanzándole escuetos pensamientos y reflexiones que, junto con las imágenes, van calando y haciendo mella en la retina del público", remata.