La experiencia es un grado. Y de esa experiencia de profesores jubilados es de lo que se aprovechan, en el buen sentido, los centros educativos de Castilla y León. Después de años dedicados a sus alumnos, hay maestros que deciden, de manera voluntaria, seguir aportando su granito de arena una vez que se retiran de las aulas.
Carmen Ríos lleva cuatro años jubilada, pero regresa a su colegio como voluntaria. Allí ayuda a los profesores con el programa de libros gratuitos Releo Plus. "Valoran mucho nuestra experiencia. Nos escuchan, plantean cuestiones que a lo mejor nosotros les podemos resolver por la experiencia. Nosotros les planteamos cosas que ellos no se han planteado", explica Carmen.
José Luis Rey, director del CEIP Tierra de Pinares, destaca el valor de estos profesionales: "Esa experiencia al final es algo positivo para la mejora de diferentes proyectos, de diferentes procesos, dan su punto de vista…".
Carmen también asesora en cuestiones administrativas y participa en proyectos con la Universidad. "Es apasionante porque si no te gustara no vendrías. No tienes un horario rígido, puedes gestionar las reuniones", asegura.
Nacho Recio es otro profesor jubilado que ha encontrado su espacio en la educación tras la jubilación. "Cuando terminas, termina la vida laboral pero hay vida más allá. Y entonces se pueden aportar cosas", afirma.
En su caso, esas "cosas" tienen que ver con los trastornos de conducta. Junto a otros compañeros jubilados, perfila un proyecto de investigación sobre la evolución de estos alumnos a lo largo de tres décadas. "Ver a esos alumnos cómo se han integrado en la sociedad. Cómo ha sido su respuesta social, laboral y de todo tipo", explica Nacho.
A sus espaldas, cada uno de ellos suma más de 30 años de experiencia en la educación. Tiempo suficiente para haber vivido los cambios de la escuela: "Los niños tienen otras expectativas, los padres tienen otras expectativas", señalan. "La educación ha cambiado, la sociedad ha cambiado".
Porque ser maestro se es toda la vida.