M.R. de Castro/RTVCYL
Hasta dos millones de personas, celebraban en Phnom Penh, la fiesta popular más importante del año. Es la que marca el final de la época de monzones y el comienzo de la cosecha del arroz.
La avalancha tuvo lugar en el único puente que conecta el paseo fluvial de la capital con la pequeña isla del Diamante, en el río Tonlé, donde se había celebrado un concierto.
Por causas que se desconocen se provocó una estampida humana y, cientos de jóvenes murieron ahogados, electrocutados por las luces de la decoración y pisoteados.
Los más de 700 heridos que lograron escapar de la tragedia se amontonan en las salas y pasillos de los hospitales de Phnom Penh.
Hoy, los familiares de las víctimas se agolpan a las puertas de los centros de salud de la capital en busca de sus seres queridos. Otros siguen buscando sin saber si están vivos o muertos.
El Gobierno ha pedido perdón y se ha comprometido a indemnizar con 5 millones de rieles (unos 900 euros) a las familias de los fallecidos y con un millón de rieles (alrededor de 181 euros) a las de los heridos.
Las autoridades han abierto una investigación para descubrir qué pudo originar la estampida. Es la mayor catástrofe que sufre el país asiático en 31 años, desde que se acabó el régimen de los jemeres rojos.