Parece una pecera de decoración, digna de foto, pero lo que está arriba de esa raya de cristal se come. En este concurso todo es grandioso, llamativo. Eso también lo valora el jurado.
Compiten gastronomías de toda España. Tras pasar por sus manos todo es posible. Hasta que un tartar de sardina se convierta en copa y puro.