Son días de carnaval y uno de los objetivos de estas fechas es utilizar la vestimenta para divertirse, pero cuidado, porque la gracia se nos puede ir de las manos y conllevar una multa o incluso penas de cárcel.
El límite lo pone la Ley: no es lo mismo utilizar, por ejemplo, un disfraz de policía que enfundarse el uniforme oficial y hacer la broma de regular el tráfico. En ese caso se trataría de usurpación de identidad y podría tener consecuencias penales.
Pero no solo eso, también estaría penado disfrazarse de sacerdote y escuchar a un feligrés en confesión, o vestirse de caco y hacer el 'paripé' de atracar un banco. Gracias que perderían su sentido con la ley en la mano y un juez que considere que nos hemos pasado de la raya.