ÁVILA

Candeleda cuenta desde el viernes con un nuevo centro cultural y expositivo en la Casa de la Judería

  • Se estrena este viernes con una exposición de óleos del pintor Juan Ramón Carrasco 'Juanra'
  • La casa, recientemente restaurada, albergó a la Santa Inquisición en los siglos XV y XVI

P.G.R./ ICAL

En el número 14 de la calle de la Amargura de Candeleda (Ávila) se encuentra la Casa de la Judería, un nuevo espacio cultural que muestra la artesanía y arquitectura candeledanos y que, desde el viernes 13 de agosto, se transformará también en sala de exposiciones de esta localidad del sur de la provincia abulense.

Este proyecto está impulsado por Francisco Gil –promotor del Museo del Juguete de Hojalata, también ubicado en Candeleda-, y se estrenará con una exposición de óleos del pintor candeledano Juan Ramón Carrasco Radillo 'Juanra'.

La Casa de la Judería ha sido restaurada recientemente para convertirla en un espacio cultural y gastronómico cuya finalidad es la de dar a conocer a los que la visitan la historia y la cultura de Candeleda, además de su gastronomía tradicional. En sus espacios se desarrollarán exposiciones de pintura, fotografía, escultura y demás artes plásticas, además de catas de productos y especialidades culinarias típicamente candeledanas y se impartirán cursos, ponencias y conferencias relacionadas con Candeleda, sus costumbres, su historia.

En las obras de limpieza se ha respetado al máximo la estética tradicional de las casas entramadas, no habiéndose introducido ni utilizado durante el proceso de reforma materiales distintos a los que ya fueron utilizados hace siglos por los constructores para la construcción de la casa original: ni una sola estancia al mismo nivel, sus portones de maderas de doble giro con sus correspondientes gateras, la piedra, la madera, la galleta toledana, el abobe, los durmientes, la madera, las baldosas de barro, el empedrado, la teja árabe para el tejado y en ocasiones el hierro.

El objetivo es lograr que el visitante pueda retrotraerse en el tiempo y sentirse, dentro de lo posible, en la época en que fue construida y albergó a la Santa Inquisición, allá por los siglos XV y XVI.