Fue el primer proyector doméstico. El cine NIC, un invento español que se vendía a los niños de los años 30 como un juguete. Lograba por primera vez, gracias a un ingenioso sistema de lentes y papel vegetal, poder disfrutar en casa de dibujos animados: "Un funcionamiento muy sencillo, pero ingenioso", nos cuenta el coleccionista Antonio Sánchez.

Los hermanos Nicolau Griñó pensaron un sistema primero con papel vegetal y luego parafinado, más barato, por los estragos de la guerra, en el que combinando dos líneas de dibujo se producía el milagro de la animación, como para no dejarse llevar: "Una combinación de bombilla, cartón y niño... alguno salía ardiendo", apunta.

El éxito del cine NIC pronto se exportó a Italia, Francia, Alemania y luego llegó Disney. Era relativamente asequible, se compraban por 16 pesetas, mucho más barato que su heredero Cinexin. 

Hoy Antonio tiene más de 150 aparatos y cientos de películas que en la Filmoteca de Castilla y León nos invitan a viajar al origen del cine.

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