Mientras se luchaba contra la peor crisis sanitaria del siglo XXI, la vida seguía abriéndose paso. Los que fueron padres durante los meses del primer estado de alarma recuerdan el contraste de la felicidad con la imposibilidad de compartir con la familia las primeras semanas con sus bebés.

Patricia y Laura son madres de dos bebés nacidos durante el confinamiento. Sofía nació el 14 de marzo de 2020 y su progenitora recuerda que "lo más triste para mí fue la salida del hospital porque iba muy feliz, pero no había gente, los pasillos estaban vacíos, se notaba que había tensión".

Mario nació el 7 de abril, sus abuelos tardaron mucho más en conocerle en persona. Sus padres recurrieron a las videollamadas y a la imaginación para contrarrestar las restricciones. Laura, su madre, relata como "mi hermana y mi madre viven a cinco minutos, pero yo les presenté al niño por la ventana". Los padres de su marido viven a 40 minutos, en otra provincia, y "como no podían pasar, tardaron dos meses en conocerle.

Los padres primerizos sufrieron la prohibición de las reuniones, la falta de ayuda de las visitas y las limitaciones para salir a la calle. Estos bebés han crecido entre mascarillas y contactos limitados, aunque sin freno a sus ganas de explorar y jugar.

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