Cuando un oso tiene hambre parece que nada puede detenerle. Los postes eléctricos que los apicultores instalan para proteger sus colmenas no siempre persuaden a estos plantígrados que en época de sequía buscan alimento donde pueden. Esto preocupa a los productores de miel en un año marcado por la falta de lluvias. Temen más ataques y reclaman ayudas.

Entre las numerosas amenazas a las que tienen que enfrentarse los apicultores destacan la varroa y la avispa asiática. Pero este año, marcado por la sequía, el oso podría convertirse en un grave problema para aquellos profesionales que trabajan cerca de su territorio.

El oso es un viejo conocido en numerosos pueblos de la montaña de Castilla y León. "Por aquí tenemos un oso que tiene ruta en este Pinar y una vez al año nos visita", nos cuenta Inés Calvo, apicultora

Para los apicultores puede ser, además, un inconveniente considerable especialmente cuando no llueve, como ocurre en la actualidad. "En los años de sequía el oso tiene mucha hambre y la flora silvestre no tiene apenas comida, el único bufé son nuestras colmenas", denuncia Francisco Salvador, apicultor.  A pesar de las medidas de prevención no siempre se consigue persuadir al plantígrado. "Nosotros estamos a favor del oso, pero la Junta debería controlarlo más y ayudar más a los apicultores". Esta es la clave: convivencia sí, pero no a costa de la viabilidad de sus explotaciones.

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