EXPOSICIÓN | En el Museo de Valladolid hasta el 11 de noviembre

Una maqueta, manuscritos y dibujos recrean el Valladolid de 1738 en una exposición

La obra principal, prestada por Juan José Fernández para la muestra, recoge fielmente los planos de Bentura Seco (1697-1770) y los redibujados por Juan Agapito y Revilla en 1901

Una maqueta elaborada por Juan José Fernández sobre el plano general de la capital vallisoletana de 1738, el que configuró el escribano Bentura Seco, así como manuscritos y dibujos presiden una exposición sobre la ciudad de aquella época en el Museo de Valladolid, ubicado en la plaza de Fabio Nelli, y que estará abierta desde hoy hasta el 11 de noviembre.

La obra principal, prestada por Fernández para la muestra, recoge fielmente los planos de Bentura Seco (1697-1770) y los redibujados por Juan Agapito y Revilla en 1901. Las texturas de las tierras de labor se han realizado con arenas de diferentes tipos y los ríos Pisuerga y Esgueva, con metacrilato policromado y barniz final. Para las edificaciones se ha empleado principalmente poliuretano de alta densidad y otros materiales secundarios.

Las fachadas más emblemáticas se han dibujado previamente en autocad y se han fabricado en chapa de madera mediante fresadora de control numérico. Con esta fórmula se han levantado 237 manzanas y 2.500 casas. Igualmente, las zonas arbóreas, forestas y demás están hechos a base de alambre, colas, espumas coloreadas y madera. En total, unos 700 árboles de cuatro tipos.

En aquella época, las aljamas mora y judía estaban separadas, tal y como se configuraron tras las Ordenanzas de 1412 de la reina regente, doña Catalina de Lancaster, que obligó a las minorías religiosas a vivir segregadas del resto de los vecinos en barrios apartados cuya cerca se cerraba por la noche. Antes estaban más o menos mezclados con el resto de la población, aunque se concentraban en ciertas calles y barrios.

Los moros se encontraban en el entorno del barrio de San Martín (donde todavía subsiste la calle de los Moros). Los judíos en la proximidad del alcázar, en torno a lo que hoy son las calles General Almirante (cal del ilustre rey que va al alcázar), Zapico (antigua cal de judíos) y hasta la 'cal de Puerta de Mercado', que debía estar cerca de lo que hoy es Guadamacileros.

En aquellos tiempos el cementerio de los moros estaba en el Prado de la Magdalena, fuera de la Puerta de San Pedro, en dónde ahora está la Casa del Estudiante, mientras que el camposanto de los judíos estaba en el Campo Grande.